MONTGOMERY, Alabama. A escasas dos cuadras del sitio donde Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un pasajero blanco en 1955, Tanesha Wilson, de 17 años, escucha música con audífonos mientras espera el autobús número 8.

Toma dos buses todas las tardes para llegar a su trabajo en McDonald's después de estudiar matemáticas y ciencias durante la mañana. Son los dos últimos exámenes que le quedan para conseguir su GED, como se denomina al diploma equivalente al de la secundaria, que la habilita para tomar cursos universitarios. 

Su próximo objetivo es estudiar contabilidad.

"No tengo auto", declaró la muchacha en la sala de espera de un punto de trasbordos, lleno de pasajeros mayormente de raza negra. "Tengo que tomar el bus".

Sesenta años después del arresto de Parks, ocurrido el primero de diciembre de 1965, que desató un histórico boicot y el final de la segregación en los autobuses de Montgomery, la gran mayoría de las personas que usan la red de autobuses son negros que ya no enfrentan una segregación racial legal, pero deben lidiar con un sistema que muchos consideran inadecuado.

"Antes teníamos que ir al fondo del autobús, ahora nos preguntamos dónde está el bus", comentó Stephen Stetson, analista político de Alabama Arise, una agrupación que vela por los intereses de las familias de bajos recursos de Alabama.

El sistema de transporte de Montgomery, igual que el de tantas ciudades, no tiene suficientes fondos y encara numerosos desafíos, incluida la expansión de la ciudad, una merma en la cantidad de pasajeros, presupuestos estrechos y políticas gubernamentales que priorizan las carreteras por sobre el transporte masivo.

Quince líneas cruzan la ciudad, pero los usuarios dicen que los buses no cumplen los horarios, sufren averías frecuentes y no van a dónde ellos necesitan, en el momento en que lo necesitan.

Rosie Ann Reeves trabaja en la limpieza de un hotel a unos 10 kilómetros (seis millas) de su casa. El viaje toma 15 minutos en auto, pero ella debe levantarse a las 4:45 a.m. de la mañana para tomar un bus a las 6:15 y llegar a su trabajo a las 7.50, a pesar de que su turno empieza recién a las 9:00.

"Si pierdo el bus, tengo que esperar entre una hora y media y dos por el siguiente", explicó.

No hay autobuses de noche ni los domingos, y los sábados se ofrece un servicio reducido.

El alcalde de Montgomery Todd Strange dice que a la municipalidad le cuesta reunir los $3 millones que invierte anualmente en el servicio de transporte.

"Es un reto asegurarnos de que hay líneas adecuadas, equipo adecuado, para recorrer un millón y medio de millas (2.4 millones de kilómetros) anuales", sostuvo Strange. "Pero ¿es suficiente eso? Mucha gente dice que no. Al mismo tiempo, ¿necesitamos más buses o más policías y más bomberos?".

Alabama, Arizona, Hawai y Utah son los únicos cuatro estados del país en que el dinero recaudado en impuestos no es usado para el transporte público.

Art Guzzetti, vicepresidente de la Asociación Nacional de Transporte Público (American Public Transportation Association), dice que lo ideal sería que el transporte fuese financiado en forma conjunta por las municipalidades y los gobiernos estatal y nacional. "Si no tenemos uno de esos socios, los otros tienen que aportar mucho más", manifestó.

Si bien las comparaciones estadísticas con 1955 son difíciles, da la impresión de que los pasajeros actuales de la red de autobuses son mayormente negros.

En su libro "Stride Toward Freedom The Montgomery Story", Martin Luther King cuenta que le dijo a las autoridades municipales durante el boicot de 1955 que el 75% de los usuarios de los autobuses eran afroamericanos.

Un estudio del 2007 de First Transit, que administra la red de autobuses, indicó que el 84% de los pasajeros de hoy son afroamericanos.

Y el grueso de ellos son pobres. El estudio señaló que la mayoría ganan menos de 20,000 dólares anuales y no tienen posibilidades de comprar un auto.

Stetson explicó que el traslado de una gran cantidad de blancos y de personas de clase media hacia el sector oriental de la ciudad privó a la urbe de la densidad necesaria para tener un eficiente sistema de transporte público. Y la reticencia de los residentes a asignar dinero a programas sociales hace que resulte difícil contar con fondos.

Callie Greer, activista de la Montgomery Transportation Coalition, es más directa. Considera que no se le da prioridad a la red de transporte público porque es usada por minorías y por gente de bajos recursos.

"Está en juego la justicia económica. Para tener trabajo, hay que llegar al sitio de trabajo", manifestó.

El gerente de la red de autobuses Kelvin Miller dice que están tratando de mejorar el servicio, pero que no cuentan con los fondos necesarios.

Añadió, no obstante, que el sistema es hoy mucho mejor que hace algunos años, cuando casi es desmantelado.