Corea del Sur.- Un alto diplomático estadounidense aumentó el miércoles la presión sobre China para que juegue un papel de liderazgo en las sanciones a Corea del Norte tras su reciente ensayo nuclear, que generó preocupación sobre los avances en el programa nuclear Pyongyang.

El vicesecretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, visitó Corea del Sur para dar un impulso diplomático a la propuesta de sanciones más duras que puedan forzar un cambio en el Norte. La clave en estos esfuerzos es si China, el último gran aliado de Pyongyang y miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con poder de veto, se une en la imposición de cualquier castigo duro.

"Creemos que China tiene un papel especial que desempeñar dada la especial relación que tiene con Corea del Norte", dijo Blinken a reporteros tras un encuentro con funcionarios surcoreanos.

Explicó que Beijing tiene "más influencia y fuerza" sobre Pyongyang que ningún otro país porque la mayoría de su comercio va desde, hacia o a través de China. "Estamos buscando que China muestre liderazgo en el tema", dijo Blinken.

El diplomático viajará más tarde el miércoles a la capital china para mantener conversaciones sobre Corea del Norte.

Durante una reunión con el canciller surcoreano, Yun Byung-se, Blinken dijo que Seúl y Washington están trabajando estrechamente en Nueva York con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Yun apuntó que es el momento de que la comunidad internacional permanezca unida para hacer que Corea del Norte enfrente las consecuencias de su ensayo. "Esto es Corea del Norte frente a la comunidad internacional", dijo.

Se espera que China participe en algunas de las sanciones de la ONU, pero es probable que no adopte iniciativas que podrían llevar al colapso del autoritario gobierno de Pyongyang. China teme la llegada de una oleada de refugiados y que estalle la violencia en la frontera, señalan analistas.

Corea del Norte asegura haber probado una bomba de hidrógeno el pasado 6 de enero. Muchos gobiernos y expertos siguen siendo muy escépticos ante esta afirmación, pero sea cual sea el dispositivo detonado por Pyongyang, podría haber acercado al país a su objetivo de fabricar una cabeza nuclear en miniatura que pueda incorporarse a un misil con el que amenazar a territorio estadounidense continental.

Tras la prueba, las dos Coreas reanudaron su guerra psicológica, con Seúl emitiendo propaganda contra el Norte a través de altavoces instalados en la frontera, mientras que Pyongyang hizo lo mismo e incluso lanzó panfletos a territorio rival con globos, según funcionarios surcoreanos.