SANTIAGO DE CHILE. En un intento de dejar atrás un escándalo de abusos sexuales en Chile, el papa Francisco se internaba el miércoles en otro asunto divisivo que afecta a la nación sudamericana: la situación de los indígenas mapuches y sus viejos conflictos con las autoridades públicas. 

En un ominoso recordatorio de los siglos de conflicto, que en ocasiones han producido episodios de violencia, dos iglesias católicas fueron incendiadas en la región de Araucanía la víspera de la llegada del Francisco, y una de ellas ardió hasta los cimientos. 

En total, nueve iglesias en Chile han sufrido ataques incendiarios desde la semana pasada. Ningún grupo ha reclamado los ataques y no se han hecho detenciones, pero en los últimos años activistas mapuches han quemado iglesias para hacer presión sobre su causa. 

El papa, de origen argentino, está especialmente interesado en los problemas de los indígenas y confía en aprovechar su gira a Chile y Perú para poner el tema sobre la mesa y preparar el terreno para un gran encuentro eclesiástico el año que viene sobre la Amazonia los pueblos nativos que viven allí. 

En su primer discurso del martes en Santiago de Chile, Francisco instó a los chilenos a escuchar a los indígenas “frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación”. 

Esas declaraciones causaron impacto entre muchos miembros de la comunidad mapuche. 

“Que tenemos derecho a existir, que seamos reconocidos, eso ya es muy fuerte”, comentó Hugo Alcamán, presidente de ENAMA, un grupo mapuche que promociona negocios locales y defiende el cambio social. “Es Chile el que tiene que reaccionar, especialmente los políticos”. 

Está por ver que eso ocurra, ya que el conflicto es uno de los más antiguos que afectan a pueblos indígenas en América Latina. 

Líderes mapuches y del gobierno chileno han expresado su esperanza en que Francisco pueda facilitar el diálogo. Sus disputas se remontan a finales del siglo XIX, cuando el ejército chileno derrotó finalmente a los mapuches, que se habían resistido ferozmente a los españoles y otros colonos europeos durante siglos. 

Los grupos mapuche hacen presión reclamando la propiedad de tierras ancestrales en la región meridional de la Araucanía, reconocimiento legal para su idioma y su cultura y el fin de una discriminación que, según denuncian sus líderes, a menudo les convierte en objetivos de la policía. 

El viaje de Francisco a Temuco se produce tras un encuentro el martes en Santiago con sobrevivientes de abusos clericales, en el que lloró con ellos y les pidió perdón por el “daño irreparable” que habían sufrido. 

Es apenas la segunda ocasión en la que se reúne con víctimas en un viaje al extranjero, tras su encuentro con sobrevivientes estadounidenses en 2015. La sesión se organizó en medio de la indignación en Chile por un escándalo en torno a un sacerdote pedófilo y cómo la iglesia ocultó sus crímenes durante años. 

Se esperan protestas en Temuco, por ejemplo ante la Base Aérea de Maquehue, donde el papa celebrará una misa. La base se construyó en unas tierras arrebatadas a los mapuches a principios del siglo XX y sigue siendo una fuente de tensión. 

Aunque la inmensa mayoría del aproximadamente millón de chilenos de origen mapuche se opone al empleo de la violencia, una minoría recurre a ella para defender sus reivindicaciones. 

Docenas de iglesias han sido atacadas en los últimos años. Ante uno de los templos la semana pasada se encontraron panfletos en defensa de la causa mapuche. 

En las calles de Temuco se desplegarán unos 4.000 policías y el papa estará rodeado por más de una docena de vehículos de seguridad cuando pase en el papamóvil por una avenida central antes de visitar a una orden de monjas. 

Muchos mapuches confían en que Francisco haga declaraciones especialmente firmes, como hizo san Juan Pablo II cuando visitó Temuco en 1987. 

Durante su homilía, Juan Pablo dijo que la fe en Dios podía superar cualquier problema causado por la gente, refiriéndose de forma implícita a la fricción entre los mapuches y la dictadura que dirigía en aquel entonces el general Augusto Pinochet. 

“Por eso, el papa, hoy desde Temuco, alienta a los mapuches a que conserven con sano orgullo la cultura de su pueblo: las tradiciones y costumbres, el idioma y los valores propios”, indicó. 

La comunidad mapuche ha hecho avances significativos en los últimos años. Se han devuelto algunas tierras ancestrales, aunque el programa es polémico. Se han reservado becas universitarias para jóvenes mapuches y varios aspectos de su cultura, como muchos alimentos, se han hecho convencionales. 

Aun así, persiste un sinfín de problemas. La Araucanía sigue siendo la región más pobre del país y los mapuches denuncian una frecuente discriminación. 

Albertina Urrutia Valencia, activista mapuche, dijo que la causa mapuche sigue siendo en buena parte invisible. 

“¿Qué se muestra para fuera? Camiones quemados. Mapuches en la cárcel. No se muestra todo lo que está atrás para llegar a esas instancias”, comentó. 

“Si un pueblo está reprimido por centenares de años, es obvio que va a luchar”, añadió.