Colombia.- Filas de familias cabizbajas recorrieron las calles de Mocoa, al sur de Colombia, mientras seguían en silencio coches fúnebres que llevaban ataúdes y conjuntos humildes de flores hasta el cementerio, donde tumbas abiertas esperaban otro muerto.

A medida que desaparecían las esperanzas de encontrar gente con vida este lunes, los cuerpos de las 273 víctimas que la madrugada del sábado dejaron las inundaciones en esta ciudad de 42,000 habitantes empezaban a ser entregados para su sepultura.

"Es mejor así, es mejor saber. A las familias nos toca vivir lo que nos llega y aceptarlo. Al menos ahora sabemos dónde está, dijo a The Associated Press Danilo Garzón García, de 22 años, con las manos en los bolsillos mientras caminaba tranquilo detrás del vehículo que llevaba el cuerpo de su hermana pequeña.

El domingo, este joven que vestía zapatillas Converse y pantalón holgado —un estilo mucho más urbano de lo que predomina en la rural Mocoa_, esperaba que su madre saliera del camposanto, adonde había llegado a buscar a su hija menor, de 14 años. Finalmente, la encontraron por la noche en el hospital. La reconocieron por la ropa interior.

"Ella se fue a dormir donde una amiguita. De la casa donde estaba no encontraron a nadie más", agregó el joven carpintero.

Mientras despedía a su hermana, su madre perdió la calma y estalló en gritos: "¡Leidyyy! ¿Por qué me dejaste? ¡Leeeeidy, mi niña!". Él la abrazó con cariño, lanzó un clavel rosado al piso y salieron antes de que los enterradores terminaran de cavar el hueco.

Decenas de familias se despedían de los suyos mientras otros cuerpos seguían llegando a la morgue que de manera improvisada se instaló en el lugar. A su vez, las funerarias arreglaban un féretro tras otro en una cabaña instalada en medio del terreno.

Pese a que las identificaciones siguen avanzando, también aumentan quienes continúan ausentes: la Cruz Roja ha recibido 374 solicitudes de reagrupación familiar, que ellos no llaman desaparecidos pero que son igualmente personas en paradero desconocido.

"Los desaparecidos tienen que registrarse cuando termina la fase de los muertos: la gente pregunta dónde está mi ser querido y entonces se habla de desaparición ", aclaró el presidente Juan Manuel Santos a la AP en su tercer día de visita al lugar. En la tarde del lunes, 90% de ellos habían sido identificados, según el gobierno, por lo que la cifra real de desaparecidos empezará a conocerse en los próximos días.

Santos también anunció que su homólogo estadounidense Donald Trump le prometió ayuda para atender la tragedia en una llamada telefónica este lunes.

La bajada de los ríos que rodean y cruzan Mocoa aumenta las esperanzas de hallar cadáveres en su cuenca, pero cada vez es más difícil hallarlos.

"Encontrar cuerpos ya se ha vuelto como pescar... Hay que estar todo el día para sacar algo", dijo un bombero con los pies en el fango que trabajaba a 30 kilómetros de Mocoa, donde la víspera aparecieron 25.

"No nos gusta dar falsas expectativas, pero donde haya probabilidades de vida, haremos lo posible", dijo Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional de Riesgo.

El presidente Santos, antes de viajar por tercera vez a Mocoa, anunció la emergencia económica, social y ecológica que vive el país y dio al ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, la misión de reconstruir la zona.

Villegas también fue gerente en el terremoto de la población de Armenia el 25 de enero de 1999, en el que murieron más de mil personas.

Santos aseguró que la ayuda humanitaria está llegando a toneladas. Además de que la ciudad sigue sin electricidad y agua, el director médico de la Cruz Roja colombiana, Francisco Moreno, dijo que es urgente la atención psicológica. "La sensación de devastación por la pérdida de familias es muy grande y lo que más pesa ahora es el luto", dijo a la AP.

Mientras caía la noche, las miradas seguían fijas en un río bravo famoso en la zona por haberse tragado innumerables cuerpos durante el conflicto armado entre el gobierno y la guerrilla, que duró más de medio siglo.

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El periodista de AP, César Garcia, contribuyo a este reporte desde Bogotá.