SISTERON, Francia — El padre de una de las víctimas del desastre aeronáutico ocurrido esta semana en los Alpes franceses exhortó el sábado a las aerolíneas a que presten mayor atención al bienestar de los pilotos.

Los fiscales creen que el copiloto alemán Andreas Lubitz, de 27 años, estrelló deliberadamente el avión de la aerolínea Germanwings contra una montaña y ocultó a su empresa que estaba enfermo, incluida una nota médica en la que se indicaba que no debía acudir a trabajar el día del incidente.

"Creo que las aerolíneas deberían ser más transparentes y preocuparse por ver cómo se encuentran nuestros mejores pilotos", dijo Philip Bramley, de Hull, en el norte de Inglaterra. "Ponemos nuestras vidas y las vidas de nuestros hijos en las manos de ellos".

Relacionadas

Su hijo Paul Bramley, de 28 años, fue uno de los 150 fallecidos en la tragedia del martes.

En declaraciones cerca del lugar donde se estrelló el avión, Philip Bramley consideró irrelevantes los motivos de Lubitz.

"Lo relevante es que esto no debe suceder nunca más; mi hijo y todas las demás personas no deben ser olvidadas, jamás", afirmó.

Germanwings, una subsidiaria de Lufthansa a la que Lubitz se incorporó en 2013, declinó el sábado hacer declaraciones cuando se le preguntó si la empresa estaba enterada de algún problema de salud que pudiera haber tenido el copiloto. Sin embargo, sí dijo que él había aprobado todas las revisiones médicas obligatorias.

Expertos aeronáuticos afirman que las revisiones médicas son estrictas, pero se centran principalmente en la salud física. Por lo general, el estado mental de un piloto es evaluado una sola vez antes de que las empresas decidan si lo admiten a un programa de capacitación, e incluso entonces una persona decidida a obtener el puesto podría ocultar un problema latente.

"La prueba que le permitirá a alguien ingresar a un programa de capacitación de vuelo de Lufthansa es muy difícil, y por eso la mayoría de las personas que ingresan a esas clases de piloto entrenan para hacer esos exámenes", dijo David Hasse, director del cibersitio alemán de aviación airliners.de.

"Hay instalaciones para orientación, compañías que se especializan en adiestrar personas para que pasen esos exámenes, y también indican cómo comportarse en las pruebas psicológicas", agregó.

Lufthansa señaló que los pilotos están obligados a aprobar un examen médico anual bajo supervisión de la Oficina Federal de Aviación de Alemania, pero la compañía en sí misma no efectúa esas revisiones a su personal y confía en que sean ellos los que le reporten cualquier problema.

Los fiscales alemanes, que han estado intentando determinar qué provocó que Lubitz adoptara una decisión tan devastadora, se reunieron el sábado con sus colegas franceses para examinar las conclusiones preliminares de su investigación.

Los fiscales de Duesseldorf afirman que Lubitz le ocultó a su compañía la evidencia de que estaba enfermo, incluida una nota médica que hizo pedazos en la que se le autorizaba no acudir a trabajar el día del choque del vuelo 9525.

En los allanamientos efectuados en las casas de Lubitz en Duesseldorf y en la localidad de Montabaur se obtuvieron documentos que hacían referencia a "una enfermedad existente y un tratamiento médico apropiado", pero no se encontró ninguna nota suicida, dijo Ralf Herrenbrueck, de la fiscalía de Duesseldorf.

Los fiscales no precisaron qué enfermedad pudiera haber tenido Lubitz, ni indicaron si era física o mental. La prensa alemana ha difundido que el copiloto sufría depresión.

El Hospital de la Universidad de Duesseldorf dijo el viernes que Lubitz fue paciente del lugar en los últimos dos meses, y la última vez que estuvo ahí fue el 10 de marzo para hacerse una "evaluación de diagnóstico". La institución declinó facilitar detalles, pero rechazó las versiones de que hubiera atendido al copiloto por depresión.

Compañeros de trabajo de Lubitz y quienes lo conocían lo describen como un hombre cordial que tenía buena salud física y estaba concentrado en su carrera como piloto.

Detlef Adolf, gerente de un restaurante Burger King cercano a Montabaur, dijo que Lubitz trabajó temporalmente en el lugar cuando era adolescente y era "confiable y puntual".

Frank Woiton, otro piloto de Germanwings, indicó que Lubitz le había dicho que quería convertirse en piloto de larga distancia y conducir aviones Airbus A380 o Boeing 747.

Woiton, que como Lubitz procedía de Montabaur, dijo haber conocido al joven hace tres semanas, cuando hicieron juntos el trayecto de ida y vuelta entre Duesseldorf y Viena.

Lubitz no presentaba nada que resultara extraño y se veía como cualquier otro colega, dijo el viernes Woiton a la cadena pública alemana WDR.

"Volaba bien y sabía manejar el avión", agregó.

Cuando era niño, Lubitz frecuentaba con sus padres un club de planeadores cerca del lugar donde cayó la aeronave, según Francis Kefer, miembro de esa organización en la localidad de Sisteron.

El área, con sus numerosos picos, valles y paisajes impactantes, es popular entre los pilotos de planeadores. En los últimos momentos del vuelo de Germanwings, Lubitz sobrevoló los principales puntos donde esos aviones cambian de rumbo en la región, desplazándose de un pico a otro, de acuerdo con pilotos locales de planeadores.

Se llevó a cabo una misa especial el sábado en el poblado cercano de Digne-les-Bains para honrar a las víctimas y apoyar a sus familia.