Berlin.- La religiosa alemana Gabriele Stangl dice que nunca olvidará la terrible confesión que oyó en 1999. Una mujer dijo que había sido objeto de una violación brutal, quedó embarazada y tuvo un bebé, al que mató y enterró en un bosque cerca de Berlín.

Stangl quiso hacer algo para ayudar a las mujeres en situaciones tan desesperadas. Por eso al año siguiente convenció al Hospital Waldfriede, de Berlín, que crease la primera "caja para bebés". En realidad se trata de una incubadora que puede abrirse desde el muro de un hospital donde una madre desesperada puede dejar en forma anónima un bebé no deseado.

Una pequeña portezuela da acceso a la caja, equipada con un sensor de movimiento. Una alarma suena en el hospital para alertar al personal dos minutos después que se deja a un bebé en ella.

"La madre tiene tiempo suficiente como para alejarse sin que nadie la vea", dijo Stangl. "Lo importante es que su bebé queda en un lugar seguro".

Las "cajas para bebés" son una reedición de las "puertas giratorias" en las iglesias medievales donde dejaban a los niños no deseados. En los últimos años se han multiplicado y por lo menos 11 naciones europeas las tienen, según cifras de las Naciones Unidas. Son técnicamente ilegales, pero las autoridades se hacen de la vista gorda.

De todos modos han llamado la atención de los defensores de los derechos humanos que consideran son negativas para los bebés y sólo evitan lidiar con los problemas que conducen a su abandono. En una reunión el mes pasado, el Comité de las Naciones Unidas por los Derechos del Niño dijo que esas incubadoras deberían ser abandonadas y promovió esa moción en el Parlamento Europeo.

Hay unas 100 cajas en Alemania. Polonia y la República Checa tienen más de 40. Italia, Rusia, Eslovaquia y Lituania tienen unas 10 cada una. Hay dos en Suiza, una en Bélgica y se planea instalar una en Holanda.

En la última década, cientos de bebés han sido abandonados utilizándolas. Se calcula que uno o dos bebés suelen ser dejados en cada una de ellas cada año, aunque no se dispone de cifras exactas.

"Son un mal mensaje para la sociedad", afirmó Maria Herczog, sicóloga infantil en el comité de la ONU. "Esas cajas violan los derechos de los niños y también el derecho de los padres a recibir ayuda del Estado para criar a sus familias".