Ocho presos acusados de narcotráfico, la mayoría extranjeros, fueron ejecutados esta madrugada ante un pelotón de fusilamiento en Indonesia, tras fallar todas las peticiones de clemencia.

Los reos fueron ajusticiados en la isla de Nusakambangas horas después de despedirse de sus familiares y tras expirar las 72 horas de plazo desde que la Fiscalía ordenara el sábado pasado que se aplicara sus sentencias de muerte, informó el diario "The Jakarta Post". 

La ejecución ocurrió en  el penal de Nusakambangan, en Java central. Los presos incluían dos australianos, un francés, una filipina, tres nigerianos, un brasileño, y un indonesio.

El portavoz de la fiscalía, Tony Spontana, dijo que los preparativos han sido completados "al 100 por cien" y que el pelotón de ejecución estaba preparado en el penal desde el sábado pero evitó fijar la fecha.

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El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el primer ministro de Australia, Tony Abbott; y los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff; y de Filipinas, Benigno Aquino, entre otros gobiernos y organizaciones internacionales, habían pedido clemencia por los condenados.

El Gobierno indonesio de Joko Widodo, que en enero ejecutó a seis reos, ha rechazado hasta ahora todas las peticiones de clemencia, ha pedido que se respeten sus leyes y ha defendido el uso de la pena capital como medida disuasoria en la lucha contra el tráfico de drogas.

En el caso del brasileño Gularte, de cumplirse la sentencia será el segundo ciudadano de Brasil ejecutado en Indonesia tras el fusilamiento de Marco Archer Cardoso Moreira el pasado enero, también condenado a muerte por narcotráfico y por quien el Gobierno de Rousseff abogó sin éxito.

La justicia indonesia ha rechazado las peticiones de clemencia de la defensa del brasileño Rodrigo Gularte, que alegó que el brasileño no debería ser ejecutado porque padece de esquizofrenia.

También fue rechazado ayer el último recurso de Mary Jane VelosoVeloso, cuyos abogados pidieron el viernes la repetición del juicio a la filipina, madre soltera de dos niños, que fue juzgada sin disponer de traductor y a la que consideran víctima de tráfico de personas.

La pena de muerte en Indonesia se aplica a puerta cerrada con un pelotón de diez fusileros, salvo que ordene lo contrario el presidente del país.

Indonesia, que reanudó las ejecuciones en 2013 después de cinco años de tregua, tiene a 133 prisioneros en el corredor de la muerte, de los cuales 57 son por narcotráfico, dos por terrorismo y 74 por otros delitos.