PARÍS. Los franceses votaban desde primera hora del domingo en la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales que podrían decidir el futuro de Europa. Los candidatos a suceder al socialista François Hollande son el independiente Emmanuel Macron y la populista líder de ultraderecha Marine Le Pen. 

Con Macron como favorito en las encuestas, los centros de votación abrieron sus puertas en el territorio continental francés 8:00 a.m., hora de París, bajo la supervisión de 50,000 efectivos de las fuerzas de seguridad ante la amenaza de posibles ataques extremistas. Las encuestas de salida y los primeros resultados oficiales estarán disponibles al cierre de las urnas, a las 8:00 p.m.. 

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A mediodía, el porcentaje de participación era ligeramente menor que en el último balotaje de 2012, dijo el Ministerio del Interior. El 28% de los electores acudieron a votar en la primera parte de la mañana frente al 31% de hace cinco años, según los datos oficiales. 

Los comentaristas señalan que la baja participación beneficiaría a Le Pen. Se considera que sus partidarios están más comprometidos, por lo que es más probable que acudan a las urnas. 

Macron saluda a partidarios en loa alrededores de su centro de votación.

Macron, de 39 años y exministro de Economía en el gobierno socialista del presidente saliente, François Hollande, se deshizo en sonrisas a su salida de su casa de vacaciones en la localidad turística de Le Tourquet, en la costa norte del país, donde votó junto a su esposa Brigitte alrededor de las 11:00 a.m.

Apenas 20 minutos más tarde, Le Pen, de 48 años, hacía lo propio en Henin-Beaumont una pequeña localidad del norte gobernada por su partido, el Frente Nacional. La líder de ultraderecha estuvo acompañada por su alcalde, Steeve Briois, que funge como líder de la formación durante la campaña. 

Le Pen votó sin incidentes tras la detención de activistas feministas un par de horas antes por colgar una enorme pancarta en contra de la aspirante en el exterior de una iglesia. 

Le Pen recibe flores y sonríe tras votar.

Por su parte, Hollande acudió a un colegio electoral de su feudo político de Tulle, en el suroeste del país, donde públicamente votó po su exprotegido Macron. 

La campaña electoral más seguida e impredecible de los últimos años terminó con un ciberataque y la filtración de documentos contra Macron el viernes por la noche. La agencia de ciberseguridad del gobierno galo, ANSSI, investiga el ataque, que según el equipo del centrista buscaba desestabilizar la cita electoral. 

El futuro de la Unión Europea podría estar también en manos de los 47 millones de franceses llamados a las urnas, que pueden arriesgar y colocar en el palacio del Elíseo a Le Pen, que sueña con abandonar el bloque y la moneda única, o jugar seguro con Macron, un proeuropeo que quiere reforzar la unión. 

Los mercados financieros de todo el mundo y los vecinos de Francia siguen la cita electoral con atención. Un “Frexit” sería más devastador que la salida de Gran Bretaña del bloque, ya que la gala es la segunda economía del euro. La nación es además un pilar central de la UE y de su misión de mantener la paz de posguerra a través del comercio libre y una política de fronteras abiertas. 

El balotaje servirá para probar la fortaleza de la ola de populismo global tras dos comicios clave el año pasado: la decisión de los británicos de dejar la UE en un referéndum y el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos. En Francia, testará si los votantes están listos para dejar atrás el pasado racista y antisemita del Frente Nacional. 

Le Pen ha ampliado las miras de su formación aprovechando y alimentando el descontento con la globalización y los temores asociados a la inmigración y el extremismo islámico. Macron sostiene que Francia debe replantearse sus leyes laborales para ser más competitiva a nivel mundial y su llamado a la unidad y la tolerancia le valió el calificativo de ingenuo de parte de su rival. 

Quienquiera que gane la segunda vuelta de las elecciones liderará a Francia en una situación inédita ya que ninguno de los dos aspirantes procede de los partidos tradicionales que han comandado el parlamento y el país durante décadas. El vencedor tendrá que intentar lograr una mayoría parlamentaria en los comicios de junio para poder impulsar grandes cambios. 

La votación comenzó el sábado en los territorios de ultramar, desde Saint-Pierre-et-Miquelon _ un archipiélago próximo a Terranova _ a la Guayana o las Antillas francesas. Ciudadanos franceses también acudieron a votar en masa en la provincia canadiense de Quebec. 

Desde el deprimido norte de Francia a las calles de París, algunos electores solo esperan el final de esta corrosiva campaña. 

En Henin-Beaumont, la localidad del norte del país donde votó Le Pen, Thomas Delannoy, de 28 años, dijo que la campaña "parece un programa de telerrealidad". Este pintor de la construcción calificó el proceso electoral de “ridículo” apuntando que ninguno de los aspirantes tiene una plataforma con la que pueda identificarse. 

Muchos votantes expresaron una frustración similar y la gran pregunta el domingo sería cuántos de ellos se molestarán en ir a votar. Los sindicatos planean ya una protesta para el lunes independientemente de quien salga elegido presidente.