México.- Después de cumplir cuatro años y diez meses en prisión, acusado de asesinar a su pareja, Óscar Ramírez fue liberado hace unas semanas del Reclusorio Oriente de la capital, al recibir el amparo por parte de un tribunal que reconoció las irregularidades en su proceso.

En agosto de 2010, se dictó a Ramírez un auto de formal de prisión como probable homicida; un par de años más tarde, la responsabilidad del delito quedó establecida sobre él y otro hombre, Noé, quien se había citado con la pareja de Ramírez, Jacobo, poco antes de su muerte.

El amparo llegó con el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, que estableció que la condena de 27 años y medio de prisión que había recaído sobre Ramírez estaba basada en "conjeturas", "injerencias" y "deficiencias probatorias".

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La homofobia, afirma Ramírez en entrevista con Efe, fue "una parte medular" en su caso, ya que si bien la discriminación no está presente "en todo el sistema judicial", sí lo está en las autoridades de los primeros niveles.

Según la asociación Letra S, encargada de la defensa, la juez que dictó la primera sentencia establecía que "al no encontrarse otro motivo", se concluía de que el crimen se realizó "por causas pasionales".

Durante su declaración, Noé especificó que, en su cita con el ahora fallecido, empezaron una discusión en la que forcejearon y cayeron al suelo, momento en el cual aplicó sobre Jacobo una llave de estrangulamiento conocida como "mata leones".

El apunte del acusado de que actuó solo y de que no conocía a Ramírez fue pasado por alto por la juez, protagonista de una serie de irregularidades en la que tampoco se respetó la cadena de custodia de las pruebas.

En el primer proceso se dijo que la víctima tenía golpes en el rostro, realizados con un objeto contundente, y uno de los cabellos de Ramírez en la mano; estas eran las pruebas que, supuestamente, indicaban que Jacobo fue atacado por dos agresores, uno que le retenía mediante una llave y otro que le golpeaba con el artefacto.

El objeto empleado en la agresión nunca apareció. Tampoco hay ninguna fotografía que muestre que el cabello estaba en el lugar del crimen en el momento del levantamiento del cadáver.

Desde Letra S consideran "muy probable" que esa prueba haya sido "sembrada", y que en realidad pertenezca a uno de los cabellos que tomaron a Ramírez cuando fue retenido; una acción que por sí misma supone una irregularidad, pues en ese momento él era testigo de los hechos, no acusado, explica el director de la asociación, Alejandro Brito.

La agrupación denuncia la homofobia que invade el sistema judicial, principalmente porque la criminalística tiene el prejuicio de que los homosexuales tienden a actuar de manera pasional por ser "más celosos y más violentos a la hora de vengarse", señala Brito.

Además "hay una reticencia a darle legitimidad a este tipo de relaciones, a pesar de que la ley ya se modificó y se reconoce el matrimonio homosexual y las relaciones de concubinato", lo que se constató cuando el tribunal declaró que "no existía una relación de familiaridad permanente" entre Óscar y Jacobo, aunque llevasen cinco años de relación.

Ahora, Ramírez ha interpuesto una queja en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, para que el organismo obligue a las autoridades judiciales a que le repongan el daño.

El objetivo es "al menos" sirva para marcar un precedente, "para que situaciones como la que pasé no se vuelvan a repetir", declara Ramírez.

"No es justo que está pasando todavía, estamos en pleno siglo XXI, y a pesar de que se diga de los derechos humanos, de la libertad, que se hable de respeto a la diversidad... no hay tal", concluye Ramírez, quien añade que "lo peor de todo" es que el mismo Estado es "el primero que lo provoca".