BOGOTÁ. El papa Francisco urgió el jueves a los colombianos a unirse en una nación desgarrada por décadas de conflicto armado y pidió a los líderes del país impulsar “leyes justas” para resolver la pobreza en una de las naciones con más fervor católico en Sudamérica. 

En su primer discurso de su visita de cinco días y antes de su reunión privada con el presidente Juan Manuel Santos en la casa presidencial en la neoclásica Plaza de Armas, el pontífice argentino de 80 años dijo que en esta tarea difícil se debe sacudir “toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo”. 

Santos, uno de los artífices del fin del conflicto al pactar la paz con las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) el año pasado, aceptó en un discurso previo a las palabras de Francisco el lema del papa para su viaje y llamó a los colombianos a "dar el primer paso" y dejar ir tanto resentimiento agitado por décadas de violencia armada. 

Sin embargo, el mandatario reconoció que aún queda mucho por hacer para que los colombianos superen las amargas divisiones creadas por un acuerdo de paz con los rebeldes que los opositores conservadores consideran demasiado generoso. 

“Miles de vidas han sido salvadas, miles de víctimas se han evitado, pero nos falta dar ese paso renovador, ese primer paso que es el más importante de todos: el paso hacia la reconciliación. De nada vale silenciar los fusiles, si seguimos armados en nuestros corazones”, sostuvo Santos. 

Esta fue la primera actividad del papa antes de comenzar un recorrido por la histórica Plaza Bolivar, en el centro de la capital, donde se topará con una multitud, se reunirá con más de un centenar de obispos sudamericanos y oficiará su primera misa en el principal parque de la capital. 

Un grupo de niños cantó y abrazó a Francisco a su llegada a la plaza y el papa saludó a chicos en sillas de ruedas antes de pronunciar su discurso en una mañana fresca y soleada. 

Impulsor del proceso de paz colombiano, el Santo Padre valoró los esfuerzos que en esa vía ha dado el país en los últimos años aunque advirtió que es una tarea que no da tregua y que “exige el compromiso de todos”. 

“Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación”, señaló el primer papa latinoamericano, quien al mismo tiempo exhortó a los líderes de la nación y la Iglesia católica “a poner la mirada” en los sectores excluidos largamente. “No olvidemos que la inequidad es la raíz de los males sociales”, dijo. 

Es probable que durante toda su gira por las cuatro ciudades del país el papa pida la construcción de puentes entre unas élites divididas por el acuerdo de paz firmado el año pasado con las FARC. 

Esta visita tiene un alto contenido emocional y cumple una promesa que hizo Francisco a negociadores del gobierno y las FARC cuando visitó Cuba en 2015, en coincidencia con el prolongado diálogo en la isla caribeña. 

Entonces pidió a ambas partes que no dejaran pasar una oportunidad histórica para la paz. Pero ahora que el acuerdo está firmado, las armas silenciadas y 7,000 rebeldes están regresando a la vida civil, los colombianos enfrentan un reto más complicado: unirse y erradicar las disparidades sociales. 

Santos, ganador del Premio Nobel de la Paz el año pasado, dio las gracias el miércoles al pontífice argentino por presionar a los negociadores durante un momento complicado en el proceso de cuatro años. Se mostró esperanzado porque la visita papal inspire a los colombianos a dar el siguiente paso y dejar atrás definitivamente las largas décadas de violencia por motivos políticos que causaron 220,000 muertos y siete millones de desplazados internos. 

Francisco tuvo presente el tema de la reconciliación desde su llegada a Bogotá a última hora del miércoles con gran fanfarria y recibió el fervoroso saludo de miles de personas que se apostaron a lo largo de la ruta por donde pasó el papa en su papamóvil desde la terminal aeroportuaria a la Nunciatura, donde pasará las noches durante su estancia en el país. 

Una vez en la Nunciatura, el papa ofreció su primer discurso ante un grupo de jóvenes de barrios marginales y rescatados de problemas de violencia y drogas, a quienes pidió que no se dejen robar la “alegría y la esperanza”.