Varios casos recientes de niños intoxicados con cocaína llamaron la atención de los médicos. En el Hospital Pereira Rossell en Uruguay comenzaron a hacer análisis para detectar la sustancia cuando los niños ingresan con convulsiones.

Pasó una, dos, tres veces. Los niños ingresaban al hospital con convulsiones, taquicardias, hiperexcitabilidad y era difícil dar con un diagnóstico. Hasta que a los médicos se les ocurrió empezar a buscar rastros de sustancias tóxicas en la orina. Y muchos de los análisis empezaron a dar positivos de cocaína o marihuana.

La cátedra de Medicina Legal analizó el tema hace unos días en un ateneo en la Facultad de Medicina.

El doctor Claudio Rabotti presentó tres casos recientes, uno de los cuales mereció la actuación de la Justicia, y destacó que en el Pereira Rossell "había cierta alarma" porque en pocos días se repitieron varios casos de intoxicación por drogas en niños y lactantes. Fue por eso que se instaló como protocolo la búsqueda de    metabolitosde cocaína en la orina

Rabotti señaló que el ingreso del tóxico al cuerpo de los niños depende de acciones u omisiones de terceros y no de un consumo voluntario. También dijo que este puede calificarse como una manifestación de maltrato infantil.

El primero de los casos descriptos fue el de un niño de dos años. El pequeño era hijo de una meretriz y vivía en un entorno donde el consumo de drogas era habitual. La situación fue denunciada a la Policía por un vecino que vio como un adulto le puso un cigarrillo de marihuana en la boca al niño.

Los policías relataron que cuando llegaron a la casa, el niño se daba contra las paredes. La madre fue procesada por omisión de los deberes inherentes a la patria potestad.

Al niño le encontraron metabolitos de cocaína y de marihuana en la orina.

Rabotti se planteó la duda de si es suficiente la exposición ambiental a un entorno en el que hay gente consumidora (expuestos al humo de la marihuana o de la pasta base) como para que análisis dé positivo. Este primer caso descartaría esa posibilidad ya que el hermano del niño, de 18 meses, no tenía rastros de sustancias tóxicas y convivía en el mismo lugar.

El segundo caso fue el de un lactante de un mes y 18 días. Era el tercer embarazo de la madre, había sido mal controlado y complicado por una sífilis no controlada y por consumo de pasta base. El bebé requirió internación en el CTI. Tenía hiperexitabilidad y taquicardia sinusal.

Rabotti dijo que la situación fue denunciada al juzgado especializado en familia.

El tercer caso ocurrió a los pocos días. Un niño de 9 años, de buen nivel socioeconómico y que vivía con su madre y con su abuela, ingresó al hospital con un cuadro convulsivo.

En esa misma semana se habían registrado tres ingresos pediátricos con cuadro similares a causa de intoxicación. Le hicieron el análisis y se constató la presencia de cocaína en la orina.

La madre del niño, que reconoció que era consumidora ocasional de cocaína, no pudo explicar cómo llegó la sustancia al cuerpo de su hijo.

Los médicos decidieron no hacer la denuncia judicial en este caso.

Pero sí se estableció un plan de monitoreo y contención para seguir de cerca la situación del niño.

Las manifestaciones clínicas de la intoxicación por cocaína son irritabilidad, llanto estridente, sueño escaso e intranquilo y rechazo a los alimentos.

También se ve afectado el sistema nervioso central y esto causa temblores, convulsiones y ansiedad.

La exposición al tóxico puede ser durante el embarazo a través de la placenta o la leche materna en caso de los lactantes. Los casos más frecuentes son por ingesta de restos en un entorno de consumo.

En el Hospital Pereira Rossell se comenzaron a hacer controles toxicológicos a las madres que están dando de mamar.

En el ateneo de Medicina Legal se insistió en que en los últimos meses han ingresado varios niños intoxicados por las drogas que consumen los adultos que conviven con ellos.