JUCHITÁN, México — Uno de los sismos más poderosos jamás registrados en México y un huracán asestaron un devastador golpe doble al país, matando al menos a 61 personas mientras los trabajadores de emergencias trataban de responder a las dos crisis nacionales. 

El temblor de 8.1, registrado poco antes de la medianoche del jueves en el Pacífico ante la costa sur del país, derribó cientos de edificios en varios estados. La localidad más afectada fue Juchitán, en Oaxaca, donde murieron 36 personas y un tercio de las casas se derrumbaron o quedaron inhabitables, según dijo el presidente de México, Enrique Peña Nieto, en una entrevista el viernes por la noche con la cadena Televisa. 

Relacionadas

En el centro de Juchitán, los restos de muros de ladrillos y tejas de barro llenaban las calles mientras las familias arrastraban colchones a las veredas para pasar su segunda noche de angustia al aire libre. Algunos acababan de quedarse sin hogar, mientras que otros temían que nuevas réplicas pudieran derruir sus agrietadas casas de adobe. 

“Todos estamos colapsados, tanto nuestras viviendas como nuestras personas”, dijo Rosa Elba Ortiz Santiago, de 43 años, sentada con su hijo adolescente y más de una docena de vecinos que habían juntado varias sillas. “Acostumbrados estamos a los temblores, pero no a esta magnitud”. 

Mientras hablaba, en el otro extremo del país, el huracán Katia se adentraba en tierra firme al norte de Tecolutla, en el estado de Veracruz, desatando intensas lluvias y vientos. 

Los vientos sostenidos de Katia bajaron a 120 kilómetros (75 millas) por hora, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, lo que la rebajaba a tormenta de categoría 1 cuando tocó tierra. 

No tardó en debilitarse aún más en tierra firme para convertirse en tormenta tropical, y más tarde mostraba vientos cerca de los 65 kilómetros (40 millas) por hora. Se esperaba que siguiera disipándose a lo largo del sábado. 

Sin embargo, se creía que de todos modos causaría inundaciones peligrosas y una marejada ciclónica, empujando agua del mar tierra adentro desde el Golfo de México. En la oscuridad de la noche, no estaba claro el impacto que estaba teniendo la tormenta. 

Peña Nieto anunció que el temblor había matado a 45 personas en el estado de Oaxaca, a 12 en Chiapas y 4 en Tabasco, y declaró tres días de luto nacional. El recuento incluía 36 muertos en Juchitán, donde también se derrumbaron un hospital y la mitad del ayuntamiento. 

Junto a Ortiz estaba José Alberto Martínez, de 47 años, que dijo que él y su familia estaban acostumbrados desde hace mucho a los sismos. De modo que cuando la tierra empezó a temblar, al principio simplemente esperaron a que se detuviera, hasta que los objetos empezaron a caerse y salieron corriendo a la calle. 

“Sentimos que nos venía la casa encima”, dijo Martínez, que estaba acompañado por su esposa, su hijo y su suegra. 

El hombre dijo que no se sentía seguro dentro de la casa hasta que alguien la revisara. En la puerta de al lado, un edificio más viejo había quedado reducido a escombros de vigas, ladrillo y estuco, y quedaba poca cosa de la iglesia blanca en la esquina. 

Los rescatistas buscaron a sobrevivientes el viernes con sabuesos y emplearon maquinaria pesada en la plaza principal para retirar escombros del ayuntamiento, donde se creía que estaba un policía local desaparecido. 

El coordinador de defensa civil de la ciudad, José Antonio Marín López, dijo que se habían organizado búsquedas similares en toda la zona desde la noche anterior. 

Los equipos encontraron cadáveres entre los escombros, pero los momentos más celebrados fueron los rescates de cuatro personas con vida, incluidos dos niños, entre los restos del derruido Hotel del Río, donde murió una mujer. 

“La prioridad sigue siendo las personas”, dijo Marín. 

Las autoridades trabajaban para restaurar el suministro de agua y comida y prestar atención médica a los que la necesitaran, dijo el presidente, que prometió que el gobierno ayudaría a reconstruir. 

“La fuerza de este sismo fue devastador, pero también estamos ciertos que la fuerza de la unidad, la fuerza de la solidaridad y la fuerza de la corresponsabilidad serán mayores”, dijo. 

Más de 1.8 millones de personas se quedaron sin electricidad al menos de forma temporal, y las autoridades cerraron las escuelas de al menos 11 estados para comprobar la seguridad de los edificios. 

El Departamento de Interior informó de 428 viviendas destruidas y 1,700 dañadas solo en Chiapas. 

“Casas construidas con teja de barro y madera se desplomaron”, dijo por teléfono Nataniel Hernández, habitante de Tonalá y miembro de la organización de derechos humanos Digna Ochoa. 

Dijo que la tarde de este  viernes llovía, lo cual provocaba más inquietud sobre la integridad estructural de los edificios dañados ante posibles réplicas fuertes. 

El sismo también remeció la capital mexicana, situada en gran parte sobre el antiguo lecho de un lago donde se sabe que la tierra amplifica las ondas sísmicas. Muchos en la ciudad aún tienen fresco el recuerdo de un catastrófico terremoto que mató a miles de personas y devastó gran parte de la ciudad en 1985. 

Ciudad de México no sufrió graves daños, aunque parte de un puente de autopista que se estaba construyendo en el lugar donde se prevé levantar un nuevo aeropuerto internacional se derrumbó por el sismo, según medios locales.