Decenas de miles de personas se manifestaron el domingo en la ciudad más grande de Pakistán en respaldo de una niña de 14 años que se encuentra en estado crítico tras haber sido baleada por el Talibán por promover la educación para las mujeres y criticar al grupo islamista.

La manifestación en la ciudad meridional de Karachi fue con mucho la más numerosa desde que Malala Yusufzai y dos de sus compañeras de clase fueran baleadas el 9 de octubre cuando regresaban a casa desde una escuela en el noroeste de Pakistán.

El ataque aterrorizó al público tanto dentro como fuera de Pakistán e hizo que algunos albergaran la esperanza de que el gobierno se viera obligado a intensificar su lucha contra el Talibán y sus aliados.

Empero, las protestas contra el ataque han sido relativamente pequeñas hasta ahora, atrayendo generalmente sólo unos cuantos centenares de personas. Esas respuestas palidecen en comparación con las decenas de miles de personas que se manifestaron el mes pasado violentamente en Pakistán contra una película producida en Estados Unidos que presuntamente denigraba al profeta Mahoma.

Los manifestantes en respaldo de Yusufzai han sido también muy pocos en comparación como los que se oponen a los ataques de aviones teledirigidos estadounidenses y a la ruta de suministro de la OTAN que recorre el territorio paquistaní hacia Afganistán.

Los partidos derechistas islamistas y otras organizaciones de Pakistán que congregan con regularidad a miles de manifestantes en las calles para protestar contra Estados Unidos tienen menos incentivos a la hora de condenar al Talibán, que comparte su deseo de imponer la ley islámica en el país, incluso si no concuerdan con algunas de las tácticas y prácticas violentas del grupo.