México.- La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica endémica en 28 países africanos y entre las poblaciones inmigrantes en Europa y América, el cual afecta a más de 30 millones de mujeres, indicó hoy la médica y activista Olayinka Aina Koso-Thomas.

La activista de Sierra Leona dictó la conferencia magistral "Riesgos de salud asociados a la MGF y estrategias para su erradicación. La experiencia de Sierra Leona", en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

"Es necesario ejercer más presión en los Gobiernos nacionales y entablar un debate sobre el tema, así como proteger los derechos de las mujeres para propiciar que vivan saludablemente y tengan vidas productivas", destacó Koso-Thomas, quien es doctora honoris causa por la UNAM.

La MGF consiste en cortar los labios menores y mayores del área genital o el clítoris, o suturar la vulva para dejar sólo un espacio para la salida de la orina y el flujo menstrual, explicó.

"Hoy se somete a personas de cualquier edad a la MGF, aunque tradicionalmente se practicaba justo antes de la pubertad. En tiempos previos, el periodo de iniciación duraba de uno a dos años; hoy puede ser tan corto como una semana", expuso.

Dijo que no existe evidencia científica de que "esta mutilación confiera virtudes y lealtad femeninas; no obstante, aún persiste".

Koso-Thomas, de 78 años, es ginecóloga y activista de los derechos humanos y durante su trabajo en hospitales en Sierra Leona ha sido testigo del sufrimiento, infecciones y daños psicológicos causados por la mutilación genital en las mujeres. Así comenzó a trabajar en contra de esa práctica.

"No hay una escala de crueldad para medir la agonía y el dolor infligidos, pero hay graves consecuencias de salud derivadas de esta operación como dolor, shock, sangrado incontrolable, molestias al orinar y al menstruar, ruptura de útero, fístulas, problemas emocionales e incluso la muerte", señaló.

La activista, quien también es Premio Príncipe de Asturias en Cooperación Internacional, consideró que la MGF parece parte de "una conspiración para negarle educación y garantías legales a las mujeres" ya que es un mecanismo que las mantiene sujetas a todos los niveles de servidumbre por sus contrapartes masculinas.

"En tales condiciones, ellas no han podido hacer contribuciones significativas a las economías de sus países", apuntó.

Dijo que si bien se han dado mociones importantes para erradicar la práctica, sólo tras enfrentar diversos obstáculos se registraron progresos. "Un número importante de naciones en África y Europa ya instituyeron leyes para prohibirla y considerarla ilegal, pero ha sido difícil", apuntó.

Koso-Thomas espera que con el paso del tiempo y la extensión de oportunidades educativas "surja una nueva generación de mujeres que vea esto como una intervención física dañina e innecesaria que no sólo destruye partes de sus cuerpos, sino que causa debilidad física y deterioro psicológico, por lo que no tiene lugar en una sociedad progresista". 

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