PORTOVIEJO, Ecuador — Pese al dolor que constantemente invade a los habitantes de esta pequeña población, Pablo Córdova tiene algo por lo que estar agradecido: ahora puede devolver el ataúd que su esposa había conseguido para su funeral.

El recepcionista de 51 años fue rescatado de los escombros 36 horas después de ocurrido el terremoto más poderoso que ha afectado a Ecuador en décadas.

Su esposa había perdido las esperanzas de verlo con vida luego de que el hotel El Gato, de cinco pisos, se desplomara sobre la cabeza de su marido la noche del sábado cuando un terremoto de 7.8 grados azotó la costa del centro Ecuador, derrumbó edificios de las ciudades costeras a diestra y siniestra y provocó la muerte de al menos 443 personas, heridas a 4,027 y la desaparición de 231 más.

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Córdova sobrevivió calmando la sed con su propia orina y orando para que el servicio de telefonía móvil se restableciera antes de que la batería de su celular se agotara.

"¡Carajo, he vuelto a nacer! Pero mi mujer ya me estaba organizando el velorio", bromeó Córdova, quien desde hace 20 años trabajaba los fines de semana en el hotel dónde él y cinco huéspedes se encontraban al momento del terremoto. "Gracias a Dios tengo vida y un ataúd que debo devolver porque aún me falta mucho para morirme".

"Soy al único que han encontrado vivo y creo que es un milagro", agregó este hombre de bigote espeso y sonrisa fácil mientras contaba que bajos sus piernas encontró una linterna y "la batería de mi viejo celular, que me duró porque lo apagaba, hasta que por fin el lunes encontré señal y pude llamar a decir que estaba vivo. Por suerte tenía saldo en el teléfono".

Su esposa, Sonia Zambrano, asiente cómplice, pero aún sin salir del asombro dice: "ya lo hacía muerto".

El presidente Rafael Correa, mientras cumplía una visita a los afectados de las zonas más golpeadas, dijo que "si salvamos una vida más todo esfuerzo que hemos hecho valdría la pena".

Añadió que "luego nos preocupamos de la reconstrucción de viviendas y de la refinanciación de créditos. En el corto plazo todos los esfuerzos son destinados a salvar vidas".

El mandatario había estimado las pérdidas causadas por el sismo "a grosso modo 3.000 millones de dólares, un 3% del producto interno bruto y eso significa reconstrucción de años. Es una lucha larga por eso invito a no desanimarnos". Señaló que una fase preliminar de reconstrucción del país tardaría entre dos y tres años.

Desde el lunes grupos de rescatistas de todo el mundo se dirigieron a la costa pacífica ecuatoriana en busca de sobrevivientes. Damnificados del terremoto, que se estiman en cientos de miles, se unieron a la búsqueda de sus seres queridos y escarbaron entre los escombros con sus propias manos, desesperados mientras las horas pasaban y las esperanzas de encontrar cuerpos con vida se agotaban.

"Desde el sábado que empezó a temblar este país he dormido dos horas y no paro de trabajar", dijo Juan Carranza, uno de los bomberos que lideraban el rescate. "Parece que estoy en medio de una película. No es posible que no tengamos los equipos suficientes para poder reaccionar en estas emergencias. Sólo tenemos un vehículo de rescate y es insuficiente para una ciudad como Portoviejo. Los equipos que tenemos son viejos".

En la ciudad portuaria de Manta, unos 50 rescatistas que trabajaban con perros rastreadores, grúas hidráulicas y un taladro logró liberar a ocho personas que llevaban más de 32 horas bajo los escombros de un centro comercial allanado por el temblor, el más fuerte que sufre el país en varias décadas.

Manta es una de las áreas más afectadas por el terremoto. Cables eléctricos serpentean por las calles, y no hay electricidad en muchos barrios. Entre los muchos edificios arrasados por el terremoto se encuentra la torre de control del aeropuerto, que era la base de un grupo antinarcóticos de Estados Unidos hasta que Correa expulsó a los estadounidenses del país.

Mientras el país se regocijaba con vídeos de sobrevivientes rescatados, la tragedia continuaba.

En las ruinas de un centro comercial arrasado, las autoridades intentaban rescatar a una mujer viva, y cuyas piernas se encontraban aprisionadas bajo una losa de cemento en momentos en que una réplica del terremoto obligó a los rescatistas a suspender las labores del rescate. Cuando volvieron al lugar, la losa se había movido con la réplica y una mujer fue encontrada muerta, dijo Ángel Moreira, bombero que coordinaba el rescate.

El Ministro de Defensa reportó que la cifra oficial de muertos, al momento, es de 443. Entre los muertos hay un estadounidense y dos canadienses.

Las labores de rescate se han complicado por la falta de electricidad en muchas zonas afectadas, por lo que los rescatistas han tenido que usar plantas de energía que hacen mucho ruido y que dificultan escuchar a los sobrevivientes bajo las ruinas.

Según las circunstancias, una persona sin heridas graves puede sobrevivir hasta una semana bajo los escombros, dijo a la AP el director del servicio de emergencias de Quito, Christian Rivera.

Ecuador debe adelantar las labores de reconstrucción en medio de una recesión que ha obligado al país a apretarse el cinturón.

Ecuador planea atraer sobre unos $600 millones en líneas de crédito del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos multilaterales de crédito.

Ahora que la ayuda humanitaria empezó a llegar, largas colas de personas se formaron en busca de agua embotellada. Muchos residentes están durmiendo al aire libre en campamentos improvisados en la calle abrazados junto a los vecinos.