En una ceremonia excepcional y folclórica, decenas de miles de personas se movilizaron hoy para participar en un acto que busca simular la toma de posesión del presidente Hugo Chávez, el primero en la historia de Venezuela en faltar a su propia juramentación y cuyo real estado de salud es un misterio.

Aunque no habrá técnicamente una asunción debido a la ausencia del actor principal, el gobierno impulsó una masiva concentración callejera como si en realidad Chávez estuviera presente. La colorida manifestación de miles de empleados públicos y personas afectas al chavismo se concentraba en el centro de la ciudad para expresar su fervor por el líder ausente.

"Venimos para darle apoyo, para que él sepa que su pueblo está con él... tanto en las buenas como en las malas", dijo Anny Márquez, una secretaria de 37 años quien llegó la víspera a Caracas en autobús desde la oriental ciudad de Barcelona. Llevaba una camiseta en la que se leía en el pecho "Yo soy Chávez".

El bloque opositor en el legislativo, que ha calificado la surrealista ceremonia de juramentación de "golpe de Estado", convocó a una protesta para el 23 enero.

"Lucharemos por el restablecimiento de la constitución... Reafirmaremos en las calles nuestro carácter democrático" ", dijo Miriam de Montilla al leer un comunicado del bloque.

El gobierno ha sido parco sobre el estado de salud del "comandante presidente", conocido por su locuacidad y viveza, y ya se comienza a extrañar que ni siquiera haya tenido un contacto telefónico desde La Habana, donde es atendido tras la cuarta cirugía en un año y medio por una recidiva del cáncer.

En anteriores postoperatorios en Cuba los llamados telefónicos de Chávez, de 58 años, eran transmitidos en directo por la televisora oficial o se publicaban fotos del mandatario de pie. Esta vez ha reinado el silencio desde el 11 de diciembre que fue operado.

A pesar de la incógnita sobre su verdadero estado de salud, el centro de Caracas, que amaneció bajo un brillante cielo azul, parecía un día de fiesta: algunas calles se cerraron para darle paso a los manifestantes, retumbaban parlantes con canciones de hip-hop y salsa y desde camiones que trasladaban a simpatizantes se oían vivas a Chávez.

El ambiente contrastaba con el de hace pocos días cuando desde el gobierno se impulsaron misas y los ministros asistieron a solemnes actos religiosos al tiempo que se suspendieron las fiestas oficiales por la Navidad.

El acto de la jornada "es un mensaje totalmente bipolar y contradictorio" porque es celebrar cuando Chávez está enfermo, dijo en diálogo telefónico con The Associated Press Mariana Bacalao, profesora de opinión pública en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. "No estoy muy segura que hay razón para celebrar. Es todo parte de un teatro del absurdo... (Chávez) Está mal y no ha podido ir a su momento histórico. Es una tragedia que se trata de enmascarar", agregó.

Para Marcelo Villegas, un maestro de 52 años que llevaba una gorra de béisbol con los colores de la bandera de Venezuela, "nosotros, el pueblo, representamos a Chávez", dijo. "El es y siempre será nuestro líder", agregó.

Algunos de los manifestantes llevaban en el pecho una suerte de banda presidencial de tela o papel con el tricolor de la bandera venezolana, como la que utilizan los mandatarios de este país cuando asumen en el cargo o participan en actos oficiales.

El gobierno, a través del vicepresidente Nicolás Maduro, sólo ha dicho que este 10 de enero comienza el nuevo sexenio para el cuál Chávez fue elegido el 7 de octubre. No se ha informado una posible fecha de retorno de Chávez al país.

Esta semana Maduro informó que por recomendación médica Chávez debía ausentarse de los actos de la jornada.

La inasistencia de Chávez es la primera desde la fundación de la república en 1830, dijo en diálogo telefónico Elías Pino Iturrieta, profesor de historia en el post grado de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas.

"Sin ningún tipo de vacío (duda) todos los presidentes (en Venezuela) han estado en su toma de posesión", aseguró.

Según el profesor, la movilización de la jornada es un intento del oficialismo de poner "en marcha el motor sentimental y que reemplace la legalidad. (Es) un mensaje que crea un nexo afectivo: no se va a juramentar Chávez, se va a juramentar el pueblo y eso es para que no se vea lo que se debe ver, que el presidente no está".

Sin embargo, destacó que "sólo un loco o un ingenuo" puede pensar que se puede sostener a un país emocionalmente movilizado por mucho tiempo.

En distintos puntos del centro de la ciudad, que lucía como un día feriado, se realizaban simultáneamente manifestaciones de grupos milicianos y miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela, la fuerza política de Chávez. La televisora oficial transmitía sin cesar pequeños actos que se realizaban en favor de Chávez en otras localidades del país, como en el estado Trujillo, en el oeste venezolano.

Los simpatizantes del mandatario eran movilizados desde temprano y se podían ver autobuses frente a sedes de empresas públicas — como Petróleos de Venezuela o la compañía telefónica — para transportar a personas enfundadas en camisas rojas, que tradicionalmente han identificado al chavismo.

Para el mediodía está prevista una concentración en las adyacencias del palacio de Miraflores, la sede de gobierno, en la que se espera la asistencia de algunos líderes latinoamericanos como los presidentes José Mujica de Uruguay, Evo Morales de Bolivia, y Daniel Ortega de Nicaragua, así como primeros ministros de islas del Caribe y cancilleres de Argentina y Ecuador.

Voceros de la oposición ratificaron que el acto buscaba legitimar la decisión de mantener una situación que califican de ilegal e inconstitucional: que el país no tenga un presidente en ejercicio.

"¿Hasta cuándo ellos van a estirar ese proceso? Eso solo lo podrá saber el partido de gobierno", afirmó el diputado opositor Edgar Zambrano. . Agregó que la situación de incertidumbre "va a producir un colapso" en algún momento,

Para la congresista opositora María Corina Machado la situación es "un golpe certero a la constitución venezolana con la complicidad de todos los poderes públicos" y refleja "la enorme necesidad de intentar relegitimar lo ilegitimable".