México. La desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa protagonizó durante unos breves pero significativos instantes la espera a Francisco con una cuenta del 1 al 43 en el estadio de Morelia (Michoacán), donde el papa ofició una misa con sacerdotes, religiosos y seminaristas.

Mientras aguardaba la llegada de Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano, el público congregado en el estadio Venustiano Carranza -unas 20.000 personas- se entretenía ensayando cánticos y lemas dedicados a Francisco.

Pero en mitad de estas dinámicas, cuando quedaban unos 40 minutos para que Francisco arribara, el maestro de ceremonias rogó oraciones por las familias, los sacerdotes y las vocaciones y, a continuación, pidió un minuto de silencio por "los 43".

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Tras unos segundos de silencio, se empezó a corear la cuenta del 1 al 43, la cual fue acompañada por los golpes de batería de los músicos que estaban animando la espera.

En un principio, el presentador pidió el minuto por "los 49", lo que hizo pensar a varios de los asistentes que se refería a los reos fallecidos en el motín sucedido el pasado jueves en el penal de Topo Chico (Nuevo León).

Sin embargo, el presentador rectificó al momento, confirmando que el silencio se guardaría por los 43 estudiantes que desaparecieron el septiembre de 2014 en el sureño estado de Guerrero a manos de policías y miembros del crimen organizado.

El posible encuentro del papa con los familiares de los 43 jóvenes, si bien no ha llegado a producirse, se convirtió en una cuestión recurrente en los días previos a la llegada del papa, tanto que el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, dijo que se estaba presionando a Francisco.

"El papa habla con todos con gran compresión y cercanía, con todos los que sufren violencia. Él tiene en su corazón a cada uno de ellos, es consciente de la tragedia de los 43 y de muchas tragedias de otras personas que sufren", señaló.

El único gesto directo hacia los familiares fue la reserva de tres lugares en la misa que Francisco celebrará en Ciudad Juárez (en el fronterizo estado de Chihuahua), en la que se recordará a las víctimas de la violencia; una invitación que los padres de Ayotzinapa rechazaron.

Durante la misa, el papa instó hoy a los religiosos y seminaristas mexicanos a "no resignarse" ante las "tentaciones" y dificultades que puedan encontrar y a "salir de la sacristía".

"No somos ni queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo", les dijo el papa.

Fue una invitación a los religiosos a romper el inmovilismo y a salir a la calle en Morelia, capital del estado de Michoacán, uno de los más violentos por la fuerte presencia de los narcotraficantes.

La cita obligada del papa en sus viajes, el encuentro con los religiosos, se celebró en el estadio Venustiano Carranza, en la cuarta jornada de su viaje en México, donde cerca 20,000 personas asistieron a la misa y escucharon con atención las palabras de Francisco.

El papa, que clama por pastores "con olor a oveja" que estén con sus fieles, enumeró las tentaciones en las que se pueden caer y que pueden "venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad".

Francisco desarrollará toda su jornada de hoy en Michoacán, donde sostendrá un encuentro con niños en la Catedral Metropolitana a las 3:15 p.m., hora de México.

Después, el pontífice sostendrá un encuentro con jóvenes a las 4:.30 p.m.en el estadio José María Morelos y Pavón, que acogerá a unos 40,000 dentro del recinto.