Sierra Leona.- Los 6 millones de habitantes de Sierra Leona recibieron orden de quedarse en casa durante tres días a partir del viernes, en una nueva campaña de confinamiento con la que el país del África occidental trata de librarse por fin del ébola.

Como ocurrió el año pasado durante una medida similar, miles de equipos recorrerían el país, llamando a las puertas para recordar a la gente cómo se extiende el ébola y cómo prevenirlo. En los lugares más afectados las regiones en torno a la capital y en el norte los trabajadores sanitarios también buscarían casos de la enfermedad.

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Un importante objetivo de la campaña es evitar que la gente se acomode, explicó Alfred Palo Conteh, responsable de la respuesta contra ébola en Sierra Leona, más de un año de que se identificase la epidemia en la zona.

Casi 12,000 personas se contagiaron de ébola en Sierra Leona en este brote, más que en ningún otro país. El gobierno ha empleado algunas de las medidas más estrictas para detener su expansión. Se cree que el confinamiento impuesto en septiembre era la medida más drástica de este tipo desde que la peste asoló Europa en la Edad Media.

Aunque las cifras de infecciones han bajado de forma drástica en las últimas semanas, la semana pasada se confirmaron 33 nuevos casos en Sierra Leona, según la Organización Mundial de la Salud. Aun así, el brote es más preocupante en Guinea, donde se ve impulsado por casos no identificados. Liberia tiene sólo un paciente en tratamiento en este momento.

El presidente de Sierra Leona, Ernest Bai Koroma, prometió hacer "lo que haga falta" para alcanzar el objetivo de cero casos.

Así, se pidió a los habitantes del país que se quedaran en casa desde las 6:00a.m. del viernes y hasta el domingo por la noche. Mercados, tiendas, restaurantes y bares deben cerrar. Se permitirá que los musulmanes acudan a las plegarias del viernes y los cristianos a las ceremonias del domingo, cuando comienza la Semana Santa.

"Comprendemos que la gente está cansada y quiere volver a su vida normal, pero aún no hemos llegado ahí. Son los últimos metros de la carrera",  dijo Roeland Monasch, de UNICEF.