Edimburgo.- En contraste con el bullicio de fin de campaña, muchas calles escocesas amanecieron hoy en silencio tras conocerse la victoria del no en el histórico referéndum de independencia.

El no se impuso en la consulta del jueves por un 55 % de los votos, frente al 45 % de apoyo al sí, casi la mitad de un electorado que ahora tiene que asimilar la derrota.

En Edimburgo, el centro estaba hoy tranquilo con algunas banderas escocesas -"saltires"- aún colgando de las ventanas, con aspecto mustio tras la frenética actividad de la noche anterior.

A la espera del resultado del plebiscito, grupos de jóvenes independentistas pasaron parte de la noche delante del Parlamento de Holyrood, que hoy mostraba los restos de la batalla con algún globo pinchado y carteles pisoteados.

El jardinero de 26 años Kyle Mackay era uno de los que esta mañana deambulaba por la zona buscando a correligionarios con quienes desahogarse.

"Es una tragedia que los escoceses no hayan aprovechado esta oportunidad", declara a Efe Mackay, que ha pasado "los dos últimos años" de su vida haciendo campaña por la separación del Reino Unido.

"Creo que el no ha ganado porque han conseguido asustar a la gente, con todas las amenazas de que no podríamos sobrevivir por nuestra cuenta", reflexiona.

Para otros votantes del sí menos convencidos, como Michelle Blake, de 40 años y administradora de propiedad, que se decantó en el último minuto, "la derrota no es un desastre", pues Escocia "tuvo la oportunidad de votar y tomó su decisión".

"Pienso que el referéndum ha servido para poner a Escocia en el mapa, ahora el Gobierno de Londres nos tendrá que valorar y escucharnos más", afirma.

La jubilada de 73 años Margaret Horsburgh estaba "encantada" con la victoria del no, pues es "laborista de pura cepa" y no quería que el Partido Laborista escocés, que tiene fuerte presencia en Escocia, se separara de la formación nacional.

"No creo que haya resentimiento entre los escoceses, la gente entenderá que la mayoría ha decidido", manifiesta, para añadir: "Lo importante ahora es deshacerse de los conservadores de David Cameron en las elecciones de 2015".

Donna Oiks, de 54 años, confiesa que saltó de alegría cuando de madrugada supo que había ganado el no y corrió a despertar a su marido, partidario del sí, para darle la gran noticia.

Sobre si esa diferencia de opinión causará fricciones en la pareja, Oiks asegura entre risas: "Ya me encargaré yo de que espabile, en casa mando yo".

En Glasgow, la mayor ciudad escocesa y donde ganó el sí, la desazón entre los independentistas era notable.

"Somos el único país del mundo que rechaza la independencia", se lamentaba Deirdre Campbell, activista de una de las muchas campañas de base que movilizaron a las masas a favor de la secesión.

"Los que han votado no deben recordar que aún queda por aplicarse un 65 % de los recortes impuestos por los conservadores del Gobierno británico y que el sistema Trident de disuasión nuclear ahora va a quedarse en Escocia", dice a Efe.

Pese al ambiente decaído de hoy -con un clima de llovizna y neblina a la par-, la mayoría de los escoceses parece pensar que pronto superarán este bache y continuarán adelante como nación, sin resentimientos y mirando al futuro.