En medio del caos y el pánico desatado tras la explosión de una bomba casera en el concierto de Ariana Grande en Manchester, Chris Parker, que había caído al suelo tras la detonación, solo podía pensar en una cosa: ayudar.

Y eso era precisamente lo que hacía Parker este lunes afuera del famoso recinto donde la cantante estadounidense Ariana Grande reunió a miles de jóvenes que fueron al Manchester Arena para ver su espectáculo pero que finalmente fueron parte de una tragedia.

"Todo el mundo estaba feliz. Mientras estaban saliendo por las puertas de cristal escuché una explosión y un segundo después un flash, después, humo y muchos gritos. Me hizo caer al suelo y después me levanté, mi instinto me hizo intentar ayudarles", contó Parker a la agencia Prensa Asociada.

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Un terrorista suicida hizo detonar un explosivo casero en una de las salidas del pabellón tras el concierto. Al menos 22 personas murieron.

Parker, que no tiene hogar desde hace un año, vio a una niña y la llevó hasta uno de los lugares de venta de artículos de Ariana Grande, quien había concluido su concierto minutos antes. 

"¿Dónde están tu madre y tu padre?", le preguntó a la niña. "Ella contestó que su padre estaba en el trabajo y su madre seguía allí".

También intentó ayudar a una mujer de unos 60 años que tenía heridas en la cabeza y las piernas. "Murió en mis brazos. Desde entonces no he parado de llorar", dijo el indigente.

En el portal de recaudaciones de fondo GoFundMe se lanzó una campaña para Parker, creada por Michael Johns, que ha recaudado más de 37,000 libras esterlinas (unos 47,900 dólares) en un día.

Pero Parker no fue el único. Algunos taxistas ofrecieron trayectos gratuitos y provisiones de comida para facilitar las cosas en este "momento tan duro", según dijo a Efe Faisal Khan, que de ninguna manera aceptó cobrar su tarifa. 

Ese fue el caso de un taxista que ofreció sus servicios a través de su cuenta de Twitter.

"Intenté ayudar a toda la gente que lo necesitara. Había quien buscaba a su pareja, a otros les dejé en el hospital, no tenían dinero y se encontraban tirados sin nada. No había transporte público, las calles estaban cortadas, era muy difícil moverse", afirmó a Channel 4 Harjinder S Kukreja, quien fue llamado “el taxista del turbante” en las redes sociales.

Asimismo, vecinos de la zona se ofrecieron a alojar a gente que no pudiera llegar a casa tras el cierre del transporte público.

De este modo, la ciudad del noroeste de Inglaterra trataba de superar la conmoción por el atentado suicida del lunes.

"Vinieron taxistas de lugares tan alejados como Leeds o Yorkshire, para ayudar, para ayudar a la gente a llegar a sus destinos", explicó a la AFP Ahmad Nurein, un taxista de 50 años.

Cherry Brown, responsable de un centro de donación de sangre, dijo a la AFP que la respuesta había sido "abrumadora", hasta el punto que las autoridades sanitarias salieron a afirmar que ya no necesitaban más sangre.

El donante David Roberts explicó que la ciudad "trataba de ayudar de cualquier modo", tras vivir "horrorizada los hechos de ayer".

En las redes sociales abundaban las ofertas de alojamiento para los afectados, bajo la etiqueta "#roomformanchester" (habitación para Manchester).

"A cualquiera que esté atrapado en Manchester esta noche, tengo una habitación libre y he preparado una sopa deliciosa", escribió Robyn Alexander.

Una colecta organizada por el diario Manchester Evening News para ayudar "a las familias de los muertos y los heridos" ha reunido hasta el momento más de un millón de libras esterlinas (unos 1,294,600 dólares).