Imagine esta escena: un hombre le apunta con una pistola. Usted, asustado, trata de escapar, pero no logra despegar los pies del suelo. Se llena de angustia. Siente que va a morir. Impotente, solo atina a mover el cuerpo de un lado a otro en su fallido intento por esquivar las balas. El asesino se aproxima... Despierta aterrado y prende la luz. Su corazón late muy rápido. Era una pesadilla.

Ahora, imagínese nuevamente con su victimario; esta vez, consciente del peligro, no solo logra quitarlo del camino sino que cambia de escena y entra en un sueño más agradable: está sentado en un café parisino en compañía de un ser querido. Sabe que está soñando y controla cada acción de su placentera vivencia.

Algo similar lograron hace poco científicos alemanes: al aplicar estímulos eléctricos en la corteza cerebral de 27 voluntarios, indujeron en ellos ‘sueños lúcidos’ en los que eran conscientes de lo que soñaban y tomaban el control de lo que les ocurría.

Durante el estudio, encabezado por la psicóloga Ursula Voss, de la Universidad J. W. Göthe, de Fráncfort (Alemania), se aplicaron estos estímulos a una frecuencia controlada a los cerebros de los voluntarios durante la fase REM de sueño (movimientos rápidos de los ojos). Esto los llevó a experimentar sueños lúcidos, que se caracterizan porque el soñador es consciente de estar soñando.

De acuerdo con la investigación, publicada en Nature Neuroscience, los electroencefalogramas mostraron que esos sueños estuvieron acompañados por ondas gamma, que están relacionadas con el razonamiento de orden superior y la conciencia del estado mental. Sin embargo, estas suelen ser escasas en el sueño REM.

Esta técnica, dijo Voss, podría ayudar a quienes sufren estrés postraumático, pues a menudo tienen pesadillas en las que reviven su trágica experiencia. Si logran soñar con lucidez podrían, por ejemplo, alejarse de la calle donde explotó la bomba o entrar a un restaurante antes de que los ataque el abusador sexual.

No es la primera vez que la ciencia intenta controlar la producción onírica. Meses atrás, un grupo de científicos británicos, en una investigación que busca influir en los sueños, diseñó una nueva aplicación para teléfonos inteligentes que emite sonidos como el canto de las aves en un bosque o el de las olas del mar, para intentar que los participantes tengan sueños relacionados con esos lugares.

Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire (Inglaterra), dijo en medios de su país que “dormir bien y tener sueños agradables aumenta la productividad y es esencial para el bienestar físico y psicológico de los seres humanos”. El sueño es un indicador de salud mental.

“En realidad, pocas personas tienen sueños lúcidos y logran dirigir su contenido”, advierte el neurólogo Miguel Dávila. El sueño es una alucinación, una actividad mental con mucho contenido visual y emocional. “Si estoy feliz, será placentero. Pero si estoy angustiado, seguramente será perturbador. El contenido de los sueños lo dan las vivencias del día”, afirma el experto.

De lógica incomprensible

Los sueños se producen durante la fase REM, básicamente por activación del sistema nervioso central a nivel del locus ceruleus y regiones dorsales del tronco cerebral, mediados por neurotransmisores.

Existen entre cuatro y seis ciclos por noche, de 90 a 120 minutos cada uno. “No cumplen con los criterios de la lógica, por eso podemos soñar con personas ya fallecidas y darle identidad diferente a alguien conocido. Los sueños pueden ser evocados por situaciones de la vida diaria que han tenido un componente emocional importante”, aclara el psiquiatra Franklin Escobar, director científico de la Fundación Colombiana Sueño-Vigilia.

Muchas de las producciones mentales incluyen recuerdos de la niñez y eventos del pasado, los cuales se conjugan para producir este fenómeno onírico, que se expresa en imágenes visuales.

Vale aclarar que, aunque todos los días soñamos, no siempre logramos recordar lo que allí vivimos. “En un adulto, el sueño profundo se acumula en las tres primeras horas de descanso, mientras que en los niños hay sueño profundo en casi todos los ciclos... La fase del sueño N (sueño lento) ocupa el 75 por ciento del tiempo, y la fase R (sueño paradójico), el 25 por ciento. Este último es el que recordamos, pues en la otra fase la memoria está apagada”, afirma Dávila.

Ricardo Yamín, profesor de Psiquiatría de la Universidad del Rosario, explica que los sueños son una expresión simbólica de nuestros pensamientos, vivencias y deseos frustrados. “La misma escena puede significar cosas distintas para cada persona, según su modo de ser... Cada vez tendemos a pensar que son un simbolismo individual y no universal, a pesar de que pueda haber imágenes comunes”, puntualiza el experto.

Los más frecuentes

Los de contenido amoroso: son imágenes agradables en que nuestros deseos se hacen realidad. Los de angustia o terror:representan vivencias angustiosas que no logran manejarse en el día a día. Los de contenido agresivo o violento. Cuando son repetitivos y generan estrés hay que consultar con un especialista.