Un ataque con armas químicas lanzado el martes en una localidad bajo control de la oposición en el norte de Siria causó la muerte de decenas de personas, mientras que otras presentaron problemas para respirar o sufrieron convulsiones en las calles.

El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos dijo que al menos 58 personas murieron, incluidos 11 niños, en el ataque ocurrido por la mañana en la localidad de Khan Sheikhoun, que según testigos, fue realizado por jets Sukhoi de los gobiernos ruso y sirio.

Diversos videos mostraban a médicos voluntarios que lavaban con mangueras las sustancias químicas de los cuerpos de las víctimas. Imágenes inquietantes de niños muertos apilados eran reflejo de la magnitud del ataque, que recordó otra acción similar registrada en 2013 que dejó centenares de muertos y fue la peor de su tipo ocurrida en la devastadora guerra civil que se ha prolongado por seis años.

El gobierno del mandatario estadounidense Donald Trump responsabilizó al gobierno sirio de esa acción, y afirmó que Rusia e Irán, que apoyan a Siria, tienen una "gran responsabilidad moral" por las muertes.

Trump lo describió como un acto "atroz" que "no puede ser pasado por alto por el mundo civilizado". El Consejo de Seguridad de la ONU programó una reunión de emergencia para el miércoles debido al ataque.

En un comunicado, Trump también atribuyó lo sucedido a la "debilidad" del gobierno de su antecesor, Barack Obama, por no reaccionar con firmeza cuando sucedió el ataque de 2013.

"Estas acciones atroces del régimen de Bashar al-Assad son consecuencia de la debilidad y la indecisión del gobierno anterior", declaró Trump.

"El presidente Obama dijo en 2012 que marcaría una 'línea roja' contra el uso de armas químicas y después no hizo nada. Estados Unidos apoya a sus aliados en todo el mundo en la condena contra este ataque inadmisible".

Trump dejó que su el secretario de Estado Rex Tillerson, se encargara de fincar por lo menos algo de culpa a Rusia e Irán, los aliados más poderosos de Assad.

Tillerson pidió a ambos países aprovechar su influencia sobre Assad para impedir futuros ataques con armas químicas, y destacó el papel de Moscú y Teherán para negociar un alto al fuego mediante conversaciones diplomáticas que han tenido lugar en Astaná, la capital de Kazajistán.

"Como los garantes autoproclamados del alto al fuego que se negocia en Astaná, Rusia e Irán también tienen una gran responsabilidad moral por esas muertes", afirmó Tillerson.

En un comunicado, el gobierno sirio "rechazó categóricamente" las afirmaciones de que era el responsable de lo sucedido. Afirmó que no posee armas químicas, que no las ha utilizado antes ni las utilizará en el futuro.

El gobierno sirio culpó directamente a los rebeldes y afirmó que inventaron el ataque para incriminar al gobierno sirio. El Ministerio de Defensa de Rusia también rechazó cualquier implicación en los hechos.