Londres.- El ambiente frente al Palacio de Buckingham se llenó de "¡Hurras!" y el sonido de botellas de champán abriéndose el lunes, cuando los británicos saludaron el nacimiento del primer hijo del príncipe Guillermo y su esposa Catalina, un niño que es ahora tercero en línea para el trono.

Centenares de británicos y turistas comenzaron a cantar y bailar junto al palacio cuando funcionarios anunciaron que el futuro rey nació a las 4:24 p.m., con un peso de 8 libras y 6 onzas, en el Hospital St. Mary's de Londres, el mismo lugar donde Guillermo y su hermano Enrique nacieron hace tres décadas.

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El inminente arribo del bebé real había sido el sujeto de conjeturas constantes en las redes sociales y fue cubierto durante días por televisoras de todo el mundo, pero al final la familia real se las arregló para mantenerlo un asunto privado.

En línea con la tradición real, un breve comunicado anunció solamente la hora del nacimiento, el sexo del bebé y que la madre y el niño estaban bien. No se dijo nada del nombre, y funcionarios se limitaron a decir que sería anunciado "a su debido tiempo".

"Su alteza real y su hijo están bien y pasarán la noche en el hospital", dijo. Guillermo también emitió una declaración breve, en la que dijo que "no podríamos estar más felices".

Funcionarios dijeron que Guillermo, que estaba junto a su esposa en el momento del nacimiento de su hijo, pasaría también la noche en el hospital.

Asistentes de prensa de Guillermo habían hablado de preservar "la dignidad de Catalina" durante el embarazo, y la forma en que se lidió con el nacimiento mostró que la impresionante preparación del palacio podía dar a la realeza una burbuja de privacidad incluso en la era de Twitter y 24 horas de noticias.

Poco antes de las 6 a.m., Kate, conocida también como la duquesa de Cambridge, entró al hospital por una puerta lateral, evitando la multitud de periodistas acampados en las afueras. Las autoridades no anunciaron que fue hospitalizada hasta más de una hora más tarde.

Posteriormente, mientras la prensa mundial congregada afuera llenaba las ondas hertzianas con especulaciones, el nacimiento del bebé se fue sin anunciar por casi cuatro horas -lo que permitió a la pareja real el tiempo privado que necesitaba para comportarse como una familia normal-, un objetivo deseado por Guillermo, de 31 años.

El príncipe pudo decirle a su padre, el príncipe Carlos, y su abuela, la reina Isabel II, sobre el nacimiento y disfrutar la compañía de su esposa sin tener que lidiar con el enorme deseo de información de la prensa y el público.

Para la noche, la población aún conocía muy pocos detalles, pero la mayoría de la gente parecía satisfecha con los acontecimientos del día.

El periodista de Prensa Asociada James Brooks en Londres contribuyó con este despacho.

Este es el primer hijo de ambos luego de dos años y tres meses de su matrimonio en la Abadía de Westminster, en Londres.