MONTEVIDEO, Uruguay. Las cinco familias sirias que llegaron a Uruguay en 2014 en un plan de refugio se concentraron el lunes frente a la sede de la presidencia para pedir que les permitan regresar al Líbano, molestas con el programa de acogida del gobierno uruguayo.

"Acá no hay futuro para nosotros. El plan de ayuda del gobierno es por dos años y ya pasó uno. Yo trabajo en un hospital, mi sueldo es muy poco, 11,000 pesos (unos $380). Tengo esposa y tres hijos chicos. ¿Cómo haré para vivir cuando la ayuda termine?", dijo a The Associated Press Ibrahim Al Mohammed, jefe de una de las familias.

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Decenas de curiosos se detenían a observar la protesta y los cuidadores de la plaza Independencia, donde se instalaron las familias, intentaban en vano que una docena de niños sirios no pisaran el césped.

"No quiero plata, no quiero nada más que volver al Líbano o a Siria. Acá nos vamos a quedar hasta que nos lleven al aeropuerto", afirmó Maher Aldees, jefe de otra de las familias que se instaló en la céntrica plaza.

Los Aldees regresaron a Montevideo luego de pasar 20 días retenidos en el aeropuerto de Estambul, donde un documento emitido por el estado uruguayo llamado "Título de identidad y viaje" no fue aceptado por carecer de visa, según un comunicado emitido en la jornada por la Secretaría de Derechos Humanos.

 "Yo no quería ir a Serbia. Quería Turquía o Líbano. Gasté $11,000 en los pasajes para poder irme y ahora estoy otra vez acá", dijo Aldees, visiblemente enojado. "Nos dijeron que Uruguay era otra cosa, nos mintieron", agregó.

Los refugiados no tienen pasaporte, ya que ese documento se otorga solo a quien tiene la nacionalidad uruguaya.

La familia Aldees estaba radicada en el balneario de Piriápolis, 100 kilómetros al este de Montevideo, y en abril había sido denunciada por una autoridad local por no enviar a sus hijas a la escuela, situación que luego fue resuelta según indicaron las autoridades educativas.

Javier Miranda, secretario de Derechos Humanos y responsable del plan de acogida de los sirios, dijo a AP que parte de la molestia se generó por lo que le ocurrió a la familia Aldees. 

"Yo los entiendo. Ven que salir de Uruguay es muy difícil y eso les da una inseguridad formidable. Pero el documento de viaje que les otorgó Uruguay es un documento válido. Lo que no podemos hacer, porque está fuera de nuestro alcance, es obligar a terceros países a que lo acepten", dijo.

Un comunicado de la Secretaría de Derechos Humanos señaló que el documento no fue aceptado por carecer de visa: "El gobierno de Uruguay no puede incidir en el otorgamiento de visas de terceros países", se indicó.

"La dificultad para conseguir visas de terceros países, que estén dispuestos a dejar pasar o a visitar su territorio por parte de refugiados sirios, puede hacerles sentir a éstos que no cuentan con libertad de movimiento y que nunca podrán volver a ver sus seres queridos", agregó el comunicado.

También Ibrahim Ashebli, integrante de otra familia siria que realiza la protesta, se mostró molesto con el programa uruguayo. "Nos dijeron muchas cosas que no se cumplieron. Nos dijeron que era un país muy barato, y es caro, el dinero no alcanza. No hay trabajo. Y si el documento es válido, ¿por qué nadie lo acepta?", expresó.

Los Ashebli llegaron a Montevideo desde Juan Lacaze, una pequeña ciudad unos 120 kilómetros al oeste de la capital, donde estaban instalados. "Dos de mis hermanas hacían comida para vender, pero les dijeron que no hicieran más porque tenían enfermedades. Otra hermana hace depilaciones, pero tiene una sola cliente por semana", dijo.

Para graficar la angustia que vive, Kadima el Mohammed, jefa de familia y madre de cinco hijos, mostró una serie de cortes que se autoinfligió en uno de sus brazos hace diez días.

Miranda manifestó que "creemos que con este plan de acogida ellos pueden hacer una vida digna. El Estado los apoya durante dos años, más no se puede hacer. Que Uruguay es un país caro, es cierto. Es caro. Y las ofertas laborales a las que acceden ellos son las mismas a las que acceden la mayoría de los uruguayos".

Con valijas, bolsos y una mochila con los colores y el escudo del club local de fútbol Peñarol, los Ashebli se instalaron en la plaza. Varios ya habían desplegado frazadas y acolchados para instalarse. Los niños jugaban y comían galletitas.

Un grupo de 42 refugiados llegó a Uruguay en octubre de 2014 en un plan de ayuda impulsado por el entonces presidente José Mujica (2010-2015).