La revelación de la existencia de una espiritista llamada “Vero” en la vida de Carmen Paredes levanta cuestionamientos en torno a si existen códigos de confidencialidad y éticos entre estos “terapeutas del alma”, en momentos en que las fiscales que investigan el asesinato de la ejecutiva de Assurance Solutions hurgan en las motivaciones para acudir en busca de esta ayuda.

Unos consultan las cartas, otros, los caracoles, y otros, los muertos.

Las fiscales Janet Parras y Phobe Isales citaron ayer a la Fiscalía de Bayamón, entre los más de 50 testigos ya entrevistados, a una espiritista identificada por “Vero”, quien a preguntas de SuperXclusivo admitió que había atendido a “Paredes”, pero solo una vez.

Describió a la ejecutiva como buena gente.

“No tenía una amistad con ella”, dijo la mujer, quien se veía nerviosa.

Se le preguntó si “llegó a advertirle a Paredes que sería asesinada”, y movió la cabeza en la negativa.

“Yo no la llegué a atender tanto. Yo nada más la atendí una vez”, dijo escueta.

En tanto, el abogado James, Reyes, quien acompañó a Paredes, aclaró que la mujer llamó a la espiritista para una cita, pero nunca llegó.

“No estamos claros cuándo se dio la llamada porque mi cliente no coge el teléfono, es una tercera persona”, dijo con referencia a la madre de “Vero”.

¿A qué se va a una espiritista?

Lo que mueve a muchas mujeres a buscar ayuda de estas pitonisas se atribuye al sentimiento de soledad, inseguridad, desesperanza, solución a problemas o respuestas sobre el amor.

El psicólogo Carlos Sosa indicó que las visitas a espiritistas son parte de nuestro folclore. Dijo que muchas veces, en momentos en que estamos deprimidos, desesperanzados y cuando no encontramos explicaciones lógicas, se hacen consultas a personas que puedan aportar ayuda en la rama espiritual.

“El hecho de que Carmen Paredes haya recurrido a un espiritista es una señal de que se sentía, en un momento, agobiada, y estaba en busca de llenar esas necesidades porque son cosas que pueden abonar a desarrollar un poquito más de fe”, apuntó.

“El espiritismo a veces resulta que tiene un poder terapéutico increíble. Algunas personas, cuando las cosas se trancan, como somos científicos y las explicaciones que damos son científicas, los espiritistas tratan de cosas sobrenaturales y dan una esperanza, aparte de lo que uno quiere que se resuelva”, explicó.

La poeta Dalia Nieves, quien se define como psíquica y quien “desde pequeña tiene visiones, sueños y premoniciones, ayuda a quien la necesite y destaca que el 70 por ciento de las mujeres acuden a buscar ayuda por problemas de amores. “No cobro por eso. Nunca se me ocurriría cobrar. Me llama mucha gente llorando. Les digo lo que les tengo que decir, por teléfono”, dijo.

“La mayor parte de las mujeres, de las llamadas que recibo, no son de negocios, ni dinero, es de infidelidades, amor, inseguridad.... Por eso es que mi Trilogía del amor (tres libros sobre remedios para el amor) tuvo tanta acogida, porque se daban soluciones al amor”.

Josean Rodas, espiritista, palero y santero, dijo sobre sus visitantes: “Vienen por alguna preocupación de salud, por trabajo, y problemas en su matrimonio”.

“Casi el 65 o 70 por ciento, en mujeres, va por problemas en el matrimonio. Problemas de que haya otra persona metida en la relación, otra mujer que esté quitándole la pareja, y otras que quieren quedarse con la pareja”.

Confidencialidad

¿Puede o debe una espiritista, un psicólogo, un confesor, un abogado, revelar lo que se habló “en confesión”? Sosa aclaró que, como psicólogo, tiene que seguir la Ley Hipaa.

“Tenemos que asegurarle que hay una confidencialidad que hay que guardar, salvo a unas excepciones: que vaya a matar a alguien, que se vaya a suicidar o que hay maltrato de un menor”, expuso.

En el caso de Nieves, ella sostiene que jamás revelaría algo que se dio en confidencialidad. Dijo que se sentaría un precedente.