El director de la Oficina Municipal de Manejo de Emergencias (OMME), en Arecibo, David Latorre, y el coordinador de Búsqueda y Rescate, Rafael Rivera, llegaron a trabajar el miércoles con una imagen en sus mentes, el golpe de agua que vino desde Utuado en el 1998 cuando el huracán Georges cruzó la isla, y salieron el jueves dando gracias porque Irma no causó los estragos que dejó el ciclón ocurrido hace 19 años.

En el 1998, Latorre apenas llevaba un año al frente de la OMME, el mismo cargo que ahora ocupa luego de un tiempo fuera de ese servicio, mientras que Rivera ya llevaba nueve de los 30 años que tiene de laborar en esta dependencia municipal cuando ese huracán categoría 2 pasó por la isla.

“Me acuerdo que íbamos por (las parcelas Luis) Rodríguez Olmo cuando vimos el golpe bajar y Arecibo (el centro urbano) quedó bajo agua”, mencionó Rivera.

El coordinador de Búsqueda y Rescate había visto inundaciones severas en la Villa del Capitán Correa en el 1981 y en el 1985, pero los daños que provocó Georges los recuerda como devastadores.

El presenciar la llegada de la fuerte corriente de agua al centro de la ciudad, no era el único acontecimiento que le tocaría ver a Rivera como parte del azote de Georges.

Poco después, mientras obligaba a los curiosos a abandonar el puente de la avenida Víctor Rojas, vio como un tramo de ese puente colapsó ante los golpes que le provocaba la embravecida corriente que venía desde la represa del Lago Dos Bocas, en Utuado.

“La gente se paraba en el puente para ver el ganado que la corriente arrastraba desde Utuado, a los pocos minutos de sacarlos de allí, el puente se cayó. Se salvaron ellos y nosotros”, mencionó Rivera

La represa del lago Dos Bocas, en Utuado, recoge aguas de los ríos de Adjuntas y Utuado para utilizarlas en la generación de energía eléctrica. La infraestructura no cuenta con compuertas, sino que cuando el agua sobrepasa su capacidad de almacenamiento desborda por encima de la muralla.

“Cuando yo subí a Dos Bocas (antes del golpe de agua) se escuchaba un ruido monstruoso según desbordaba por encima de la represa”, recordó Latorre.

Cuando esa agua de los ríos bajó, se llevó personas, animales y residencias a su paso.

“En esa ruta había una casa construida sobre pilotes que desapareció el golpe se la llevó”, relató el director de la OMME.

Dos policías municipales de esta ciudad también fueron arrastrados por la corriente. Mientras Rivera trataba de rescatarlos, un rollo de heno, bautizado en la Villa del Capitán Correa como l“marshmallows”, venía empujado por el chorro de agua y partió la soga. A Rivera lo llevó la corriente.

“Me tuvieron que rescatar, entonces a mí también. Primero sacaron a los policías y luego salí yo”, recordó el rescatista.

Pocos días después, Rivera también tuvo que trabajar en el rescate de dos ancianos que perecieron cuando su auto cayó al mar cuando no pudieron percatarse que al puente le faltaba un tramo.

Por esos vívidos recuerdos, ambos funcionarios municipales temían tanto la llegada de un huracán categoría 5, como Irma, con su capacidad devastadora.

La noche pasó, el nuevo día llegó y aunque a sabiendas de que, a todos en la OMME les esperaba un importante trabajo para abrir carreteras bloqueadas por los árboles y tendidos que dejó el viento, estaban aliviados de que la fuerza ciclónica pasó a cerca de 70 millas de Arecibo sin dejar una acumulación de lluvia que volviera a hacerles vivir la traumática experiencia de Georges.