Tras un demoledor interrogatorio de la defensa y en medio de contradicciones, Ana Cacho concluyó al mediodía de hoy su testimonio en la vista preliminar en alzada contra Luis Rivera Seijo, conocido como “El Manco”, imputado del crimen de su hijo Lorenzo González Cacho.

La mujer, quien declaró por dos días, salió apresuradamente sin emitir comentarios a los periodistas, que la abordaron a su salida de la sala 706 del Tribunal de Bayamón.

A preguntas del abogado Mario Moczó, quien lidera la defensa de Rivera Seijo, Cacho admitió que en el cuarto donde yacía Lorenzo herido, junto al niño estaba el control remoto para encender la luz de habitación.

El abogado confrontó a la mujer con su testimonio ya que declaró que fue en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) de Dorado, que se percató de la gravedad de las heridas que tenía el nene porque en el cuarto la luz era tenue.

“Mi instinto fue correr con él al CDT que estaba a minutos de mi hogar”, sostuvo Cacho en otro turno de preguntas de la fiscal Maricarmen Rodríguez Barea.

Cacho también alegó que aunque Lorenzo suspiró cuando lo encontró “en un charco de sangre” en la cama, “no sabía si estaba vivo”.

La jueza Vilmary Soler Suárez juramentó hoy como testigo en la vista a la hija mayor de Cacho, quien fue llevada a sala, pero la magistrada advirtió que le cobijarán las protecciones que le amparan como menor de 21 años.

La vista en alzada, que es transmitida por televisión y por Primera Hora y otros medios digitales, continuará a las 2:00 de la tarde con el testimonio de la investigadora forense del caso, Wanda Cadelaria.  

Rivera Seijo, quien es custodiado por dos alguaciles, enfrenta un cargo por asesinato, que según la denuncia, cometió el delito en medio de un intento de escalamiento.

Según la teoría del Ministerio Público, Rivera Seijo salió de la cárcel de forma errónea la noche del 8 de marzo de 2010 y pidió pon hasta llegar a Dorado donde vive una tía suya. Una vez lo dejan en ese municipio, el hombre se internó en la urbanización Dorado del Mar y entró en la residencia en la que vivía Lorenzo junto a sus dos hermanas mayores y su mamá Ana Cacho. Allí mató al niño, según las alegadas confesiones.