Una  feliz y emocionada Ana Cacho expresó su regocijo  ante la decisión del Tribunal de Apelaciones que le permitiría ver y abrazar a sus hijas, con las que no comparte desde que le quitaron la custodia hace  dos años y medio, tras el asesinato de su hijo Lorenzo.

El Tribunal Apelativo  dictaminó que el Departamento de la Familia  (DF) tiene que tomar medidas para que Cacho pueda ver a sus hijas  de forma supervisada.

“(Estoy) feliz y  emocionada  de que pronto podré ver y abrazar  a mis hijas y que pronto se sabrá la verdad”, dijo  Cacho a un telereportero.

En la voluminosa decisión del panel   de jueces del  Apelativo, integrado por las juezas  Aleida Varona,  Emalind García y María del Carmen Córdova,  se cita jurisprudencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos de que “un padre tiene derecho a relacionarse con sus hijos”. Es así que el Apelativo revocó la decisión de la jueza Sonia del Toro, del Tribunal de Familia y Menores de Bayamón, quien privó a Cacho  de la custodia legal permanente de las menores.

“Se revoca la sentencia apelada. Se mantiene en vigor la custodia provisional de las menores a favor del padre y se ordena concederle visitas supervisadas a la apelante, además de un plan de servicios, hasta tanto otra cosa se disponga”, reza  parte de la sentencia.

Un punto neurálgico que sustenta la decisión es  la función no permitida, según el panel,  de una perita que usó el DF, quien entrevistó a las menores y escuchó sus confidencias, y luego sirvió de testigo. Se expone que no podía actuar como testigo  si les daba tratamiento a las niñas.

El Departamento de la Familia, por su parte, se  apresta a apelar la decisión del Tribunal Apelativo.

Una fuente de Primera Hora aseguró que la apelación al máximo foro judicial se hará de inmediato, especialmente porque Cacho ha sido declarada por las autoridades como sospechosa en el caso del asesinato de Lorenzo.

Primera Hora supo que una de las razones principales para que Familia haya insistido en evitar el contacto de la madre de Lorenzo con sus hermanas es que en el tiempo en que ella tuvo acceso a sus hijas, tanto Cacho como la abuela, Ivette González, “presionaban a las menores”.