El Primer Circuito de Apelaciones de Boston confirmó la convicción y sentencia de cadena perpetua contra Alexis Amador Huggins por la tentativa de carjacking que llevó a la muerte al joven Stefano Steenbakkers Betancourt.

El panel de jueces, compuesto por Ojetta Thompson, William Kayatta y David J. Barron, determinó que “la convicción de la corte de distrito es confirmada”. Los magistrados indicaron que no hubo errores en las disposiciones y órdenes de la corte, y rechazaron los alegatos de la defensa de error cumulativo.

El 12 de noviembre de 2013, el juez federal Jay García Gregory sentenció al acusado, que en ese entonces tenía 23 años, a cárcel de por vida, luego de ser encontrado culpable por un jurado el 7 de junio de ese mismo año por cargos de violaciones a la Ley de Armas y tentativa de robo a mano armada de un vehículo.

El coacusado en el caso, John Anthony Morales López, fue quien disparó al estudiante de cuarto año y testificó en el juicio contra Amador Huggins. Se declaró culpable y fue sentenciado a 30 años de cárcel.

Los abogados de Amador Huggins son Juan Matos de Juan y Edgar Sánchez Mercado. Las fiscales fueron la exfiscal María Domínguez y Jacqueline Novas.

Los hechos ocurrieron el 24 de junio de 2012, cuando Amador Huggins fue en el auto de su madre a buscar a Morales López al residencial Villas del Rey, en Caguas, y luego fueron a un residencial en Cataño a encontrarse con una persona identificada como Gordo, quien les dio un arma y le ofreció $1,500 si se robaban una guagua. Amador Huggins, quien iba guiando, decidió ir a Dorado, cuando vieron la guagua Lexus blanca que conducía Steenbakkers Betancourt. 

Según el testimonio de Morales López, Amador Huggins impactó con su auto la parte trasera de la guagua Lexus para provocar que la víctima se detuviera. El plan era que uno de ellos se subiera al vehículo para más adelante dejar al conductor varado en algún sitio solitario.

No obstante, Steenbakkers Betancourt no se detuvo, por lo que Amador Huggins colocó su guagua frente al vehículo, le dio el arma a Morales López y le dijo que hiciera lo que tuviera que hacer para poder robar la guagua. Morales López disparó “con los ojos cerrados” cuando Stefano trató de huir. Uno de los disparos hirió al joven mortalmente en la cabeza.

Los coacusados regresaron al residencial de Cataño a devolver el arma y a celebrar con drogas y alcohol.

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