El robo de cientos de armas del polígono de tiro de la Policía, en Isla de Cabras, es uno de los ejemplos más impactantes de la necesidad de armas ilegales en el bajo mundo y lo más preocupante es que estas personas interesadas en las mismas tienen contactos dentro de la Uniformada.

El ex superintendente Miguel Pereira dijo que es curioso que las personas que robaron sabían “ justamente a dónde ir, alguien le tuvo que haber informado sobre cómo moverse allí dentro. En verdad, la Policía tiene que examinarse y hacer una recapitulación de sus funciones y cumplimiento con sus obligaciones”.

Por su parte, el también ex superintendente Pedro Toledo no quiso entrar en mucho detalle sobre el robo de película, pero aseguró que “existe la posibilidad de que alguien interno haya participado o dado información sobre dónde estaban las armas”. “Si es interno, es preocupante, porque se sabe que alguien está dando información sobre algo sumamente sensitivo”, recalcó.

El robo de tantas armas, ¿qué nos dice sobre la necesidad de éstas en el bajo mundo?

En Puerto Rico hay una gran cantidad de armas. Se están obteniendo a través de Internet, en escalamientos donde los ladrones roban armas legales, así como armas que entran por las líneas aéreas.

Al día de hoy, ¿cómo es el proceso en cuanto a los vuelos comerciales?

Las personas pueden abordar un avión, poner arma de fuego en el equipaje y no tiene que declararla y eso es un problema para las autoridades porque, hasta donde yo sé, las aerolíneas no le compartían la información a las autoridades de seguridad. Su argumento era que no les daba mucho tiempo, pero hoy hay mucha tecnología que serviría para compartir dicha información.

Además, mencionó el antiguo problema de las armas que viajan por correo privado.

Toledo recordó un estudio que hizo la Fiscalía Federal en la que expertos fueron a instituciones juveniles y preguntaron a los jóvenes cuánto les tomaba adquirir un arma una vez regresaban a la libre comunidad y el término de tiempo era sólo de varios minutos.

“Hoy lo que se ve a nivel mundial es que las armas se las están dando los jefes de la droga a los niños que sirven de vigilantes en los puntos, así como autores de hechos delictivos”, agregó Toledo.

No es la primera vez que hay un tumbe de armas en la policía

Una mirada hacia atrás reflejó que una treintena de revólveres marca Smith & Wesson, calibre .357 asignados a la Escuela de Investigación Criminal de la Academia de la Policía, en Gurabo, fueron robados entre el 7 y 11 de diciembre del 2007.

En aquel entonces, la noticia fue confirmada por Toledo, entonces superintendente, quien denunció la negligencia crasa de los custodios de las 32 armas de fuego.

De otra parte, en el 2003, otro escándalo sobre las deficiencias en los sistemas de registro del movimiento de balas y el robo de unas 296 mil municiones en el Depósito de Armas de la Policía salió a relucir.

En la querella se indicaba que las municiones eran removidas del depósito con la supuesta intención de decomisarlas porque estaban expiradas o para usarse en los polígonos de tiro.

Sin embargo, más tarde trascendió que éstas en realidad llegaban al bajo mundo, donde pagaban de $5 a $15 por bala.

Tan reciente como a principios de este mes de octubre, las autoridades federales protagonizaron uno de los más grandes operativos en los que uniformados cayeron y a muchos de ellos se les imputó apropiarse de armas, radios portátiles y balas top killers de la Policía.