El superintendente de la Policía, José L. Caldero López, ascendió esta tarde póstumamente al rango de sargento al agente Víctor M. Rosado Rosa, quien falleció el miércoles pasado cuando la motora en la que transitaba fue impactada por una guagua en la autopista Luis A. Ferré, en Cayey.

Rosado Rosa, quien falleció en el cumplimiento del deber tras el arresto de tres delincuentes, fue expuesto ayer, lunes, en la funeraria Jardín del Edén en Cidra donde se ofició una ceremonia religiosa.

Mañana miércoles, de 8:00 a.m. a 12:30 p.m. Rosado Rosa será expuesto en el Teatro Municipal de Cayey para rendirle un homenaje póstumo y luego partirá su comitiva fúnebre para su sepelio con todos los honores en el Cementerio Jardín del Edén en Cidra.

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Familiares, amigos y compañeros de trabajo indicaron ayer que Rosado Rosa, se destacó como servidor público por tener siempre una sonrisa que ofrecer al prójimo, primero como guardia municipal de Cayey y posteriormente, durante 23 años en la Uniformada, donde murió con las botas puestas. 

Su tía abuela, Carmen Rosado, no salía ayer de su asombro por su repentina partida y lo recordó junto a su hijo Fernando Rolón como un ser extraordinario, amoroso y que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Hasta le vino a su memoria a Rolón, el día que una tía le compró una pistola de fulminantes la cual estrenó con él. “Yo siempre voy a ser policía”, repetía cuando jugaban.

De su lado, el teniente retirado de la guardia municipal de Cayey, Luis Suárez, lloroso también resaltó sus cualidades y aptitud para el trabajo. Junto al agente retirado Rafael González López, llegaron a la funeraria para hacerle la guardia de honor a su manera. 

“Excelente ser humano, se ganó el respeto de todos”, exclamó de su lado, el capitán José Torres, comandante de distrito de Cayey, quien estaba acompañado del jefe de área de Guayama el coronel Anthony Ortiz quien destacó su compromiso incondicional para desempeñar su trabajo.

Posiblemente el último en conversar con el policía fue el mayor de sus seis hijos, Víctor L. Rosado Sánchez, quien lo llamó para preguntarle qué quería de comer.

“Yo le hice una llamada a él a las 6 y pico para ver qué quería comer. Yo le compré comida y eso. Me dijo estoy trabajando, estoy atendiendo un casito yo salgo a las siete y me la dejas allí en el microondas. Hasta que las 8:00 de la noche fue que me llamó un amigo mío y él fue el que me dijo verifica porque a tu papá le pasó algo ý cuando llamé al cuartel me notificaron eso. Yo fui directamente al lugar y me encontré con la escena. Es algo bien fuerte porque si yo hablé con él a las seis y pico. Todo fue bien repentino en un abrir y cerrar de ojos fue algo impresionante. Difícil de creer todavía es la hora que no asimilo esto”, rememoró su hijo mayor.

El más pequeño, Emanuel D. Rosado, de 18 años, también conversó esa fatídica tarde con su padre quien lo llamó para saber cómo estaba, fue una conversación casual pero la última en la que escuchó su voz la cual siempre le daba la seguridad de que todo iba a estar bien.

“Para mi él fue todo, el hizo todo lo posible para estar donde estoy y siempre me estaba ayudando…es mi ídolo, mi héroe, mi razón para seguir adelante. Siempre me decía que todo va a estar bien en momentos difíciles. Siempre me decía que siempre iba a estar ahí para mí y siempre lo estuvo”, expresó el joven.