Luis Santana Oquendo fue la última persona con quien fue vista con vida su madre Carmen Oquendo Marrero, de 68 años. A pesar de ese dato, levantado por el Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) de San Juan, sus homólogos en el CIC de Bayamón entendieron anoche que no había fundamento para mantenerlo en una celda tras ser interrogado en su comandancia.

Minutos después de ser transportado por agentes de Bayamón a un punto cercano del lugar donde vivía: el residencial Ernesto Ramos Antonini, en San Juan, fue muerto a tiros a eso de las 12:40 a.m. de hoy, jueves. En la escena se ocuparon 31 casquillos.

Al día de hoy, el CIC de Bayamón no lo ha identificado como sospechoso de la muerte de Oquendo Marrero, dijo su jefe, el capitán Rafael Rosa.

A preguntas esta tarde, Rosa fue enfático en que no tenían información suficiente para decidir someter cargos en su contra, lo que les hubiera facultado a declararlo sospechoso, leerle sus derechos y dejarlo en una celda por un máximo de 36 horas, periodo dispuesto por el Tribunal Supremo como límite para levantar el expediente y someter los cargos.

"No teníamos base para dejarlo allí (en la celda)", insistió Rosa, quien luego indicó que en el apartamento de Santana Oquendo en Ramos Antonini se ocuparon piezas de evidencia con aparentes manchas de sangre. Insistió en que pruebas forenses comprobarán si era realmente sangre lo que se ocupó allí.

El fiscal identificado como el que estaba a cargo de la pesquisa ayer era Josué Padilla.

Santana Oquendo fue buscado por agentes del CIC de San Juan y el CIC de Bayamón al edificio 35 del residencial Ernesto Ramos Antonini a eso de las 7:30 p.m. de ayer, unas seis horas después de que el cuerpo de su madre fuera encontrado envuelto en una sábana en su auto en una localidad frente a las antiguas instalaciones de la Guardia Nacional en Bayamón, en la avenida Bobby Capó. El cuerpo presentaba varias heridas de arma blanca en el cuello, informó la Policía.

Oquendo Marrero fue reportada desaparecida a las 7:30 p.m. del martes a agentes de la región policiaca de San Juan. El caso fue referido al día a agentes que trabajan casos de personas desaparecidas y se inició la pesquisa con entrevistas a familiares. El querellante de su desaparición, Angel López Oquendo, fue atacado con un cuchillo por su hermano Luis, incidente que le costó al último una acusación por tentativa de asesinato en el 2010. Trascendió entre familiares en el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) que el caso no prosperó porque no era procesable, al ser paciente de salud mental.

Al momento de ser entrevistado en Bayamón anoche, los agentes de Homicidios allí también sabían que Santana Oquendo había sido la última persona con quien su madre fue vista con vida. El CIC de San Juan también investigaba una transacción bancaria en Cupey supuestamente realizada con una tarjeta de la occisa.

Al menos hoy, ni el jefe de Homicidios en San Juan, el capitán Rolando Trinidad, ni el jefe del CIC en Bayamón, el capitán Rosa, se han aventurado a indicar que Santana Oquendo es sospechoso del asesinato de su madre. Rosa mencionó que se buscarán cámaras de seguridad en el área donde se encontró el auto ayer y se esperará por el resultado de pruebas forenses a varias piezas de evidencia levantadas.

Entre estas, los artículos con aparente sangre encontrados en el apartamento de Santana Oquendo. El hombre fue localizado anoche frente al edificio donde vivía hace un mes y lucía tranquilo, dijo Rosa. Incluso, autorizó a policías a que entraran a su apartamento en lo que se cambiaba de ropa.

En cuanto al contenido de su entrevista en el CIC de Bayamón, Rosa no entró en su contenido, aunque sí dijo que el hombre alegó que desconocía de la desaparición de su madre. Una fuente policiaca indicó que familiares suyos y de la occisa, que se movieron anoche a la Comandancia de Bayamón, se negaron a llevarlo a Ramos Antonini.

Por su parte, Trinidad indicó que no tienen un móvil claro del asesinato del hombre y aseguró desconocer versiones circuladas esta mañana entre familiares en el ICF que apuntan a que el apartamento del hombre fue vandalizado o que fuera asesinado porque con la visita de policías "calentó" el punto que opera allí.

Oquendo Marrero vivía en una égida llamada Los Angeles Housing.