Mientras la Policía espera por el resultado de la comparación de huellas dactilares de varios hombres entrevistados en los pasados días en relación a la muerte de una mujer de 83 años ocurrida la semana pasada en Quebradillas, agentes de la división de Inteligencia de Arecibo allanaron esta mañana una residencia en dicho municipio.

Este medio supo que el allanamiento tenía el propósito de ocupar unas armas de fuego a unos individuos y levantar información dirigida a esclarecer el caso. En el lugar no se ocuparon las armas ni hubo arrestos, pero sí se ocupó parafernalia para procesar sustancias controladas.

El inspector Angel Viera, jefe del Cuerpo de Investigaciones Criminales en Arecibo, indicó esta tarde que siguen esperando por la comparación de huellas con el banco de datos en el Cuartel General de la Policía. Igualmente aguardan por los resultados de comparación de material genético levantado a varios hombres entrevistados.

Relacionadas

“No nos hemos detenido. Seguimos investigando gente y recabamos a la comunidad su cooperación”, dijo Viera.

El domingo, Viera indicó que sus agentes habían entrevistado a entre 10 y 12 hombres como posibles sospechosos de matar a María Ríos Sánchez. Todos habían dado coartadas y ya algunas han sido corroboradas. Aunque se sospecha que la mujer fue asesinada el martes en su casa del sector Los Tales, de Quebradillas, no fue hasta el jueves que la encontraron unos sobrinos.

La mujer fue encontrada muerta con varios golpes y las manos amarradas a cadenas aseguradas con candados. Carteras suyas fueron encontradas abiertas, pero los ladrones no pudieron dar con $3,000 que tenía guardados como producto de sus cheques del Seguro Social y sus ingresos por las ventas de un kiosco de verduras en la plaza del mercado de Quebradillas.

La mujer vivía sola y no había nada forzado en su casa.

Los investigadores han entrevistado a vecinos, al cuñado de la víctima, a sus sobrinos, compañeros de labores en la plaza del mercado y a varios individuos, descritos por la Policía como adictos a sustancias controladas, a quienes la comerciante les brindaba ayuda.

Este medio reportó el viernes que uno de los residentes en casas aledañas les dijo a los investigadores que el martes por la noche escuchó a Ríos Hernández decir: “está bien”, en varias ocasiones, pero la frase no le levantó sospechas.