El patólogo forense, Javier Serrano Serrano declaró hoy que con toda probabilidad el proyectil que le quitó la vida a Carla Michelle Avilés Rosado el 23 de junio de 2013, en medio de una intervención policíaca en Naranjito, fue disparado desde afuera hacia el interior de la guagua Toyota Four Runner en la que viajaba la joven junto a otras personas, la madrugada de los hechos.

El perito declaró que la trayectoria del proyectil, que alcanzó a la difunta por la parte de atrás de la oreja izquierda con salida por la boca, fue de atrás hacia al frente, de izquierda a derecha y ligeramente de arriba hacia abajo.

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“Una posibilidad es que esta persona (la víctima) hubiese estado sentada en el interior del vehículo. No puedo descartar otras, pero la primera que me viene a la mente es esa”, sostuvo el médico forense.

“Mi impresión es que (la bala) provino de afuera del automóvil porque si el disparo hubiese ocurrido adentro, ella hubiese presentado tatuajes de pólvora”, sostuvo el galeno en la continuación del juicio por jurado que se sigue contra el policía auxiliar Marcus Arroyo Marrero, quien está acusado de asesinato en segundo grado por la muerte de la joven de 23 años.

Serrano Serrano, quien practicó la autopsia a la víctima, dijo que el balazo que recibió Avilés Rosado le provocó una herida de bala “penetrante y perforante” que le causó la muerte.

“Lo más probable es que (el disparo) fue a una distancia mayor de tres pies”, dijo el perito forense a preguntas del fiscal Enrique Rivera Mendoza, quien junto con el fiscal Gustavo Vélez Acevedo, tienen a su cargo la presentación de la prueba del Estado.

El abogado de defensa, Ángel Vázquez Cintrón, trató de establecer que el disparo provino del propio vehículo en el que viajaba la joven. A preguntas del abogado, el patólogo dijo que para que fuera posible, Carla Michelle tendría que estar en una posición en la que su cabeza quedara “bastante girada” a la izquierda.

Otro perito que ocupó hoy la silla de testigos fue el investigador del Instituto de Ciencias Forenses (ICF), David Betancourt Quiñones, quien concluyó que dos perforaciones que mostraba la guagua en la puerta trasera izquierda “provienen de izquierda a derecho y de atrás hacia el frente” del vehículo.

El investigador detalló que en su análisis pericial del vehículo encontró un total de ocho perforaciones, en la puerta trasera izquierda, en el radiador y en uno de los neumáticos, así como un impacto, que rompió el cristal trasero del vehículo. 

La jueza que preside el juicio, Vivian Durieux Rodríguez admitió como parte de la evidencia un conjunto de fotografías de la guagua y en algunas se podían observar machas de sangre en el asiento trasero.

Mientras, se pasaban en un proyector las imágenes, la madre de la víctima, Claribel Rosado, lloraba.

El letrado intentó también establecer que la evidencia levantada de la guagua pudo haber sido alterada, incluso por las condiciones del tiempo, porque tenía todos los cristales y el sun roof abiertos, pero el perito forense indicó que “si pasa mucho tiempo (la lluvia) podría afectar el resultado.

Los testimonios de los dos peritos del Instituto de Ciencias Forenses contrastaron con la declaración del policía José Negrón González, del Precinto Cedro Arriba de Naranjito, quien declaró que de la Toyota Four Runner se hicieron disparos. 

El policía dijo que patrullaba en el área del estacionamiento de un negocio de comida rápida en la carretera 152 y fue a dar “cover” a la patrulla que había intervenido con la Four Runner. “El conductor de la guagua, se espeta la gorra (en la cabeza), acelera y gira la curva hacia el servicarro. Uno de los compañeros grita ‘Está armado’ y cuando emprende la marcha, surgen las detonaciones de adentro de la guagua”, dijo el oficial.

Sin embargo, Eizabeth Rosa Mercado, quien es química forense, declaró posteriormente, que dentro del vehículo no se hizo ningún disparo.

Según la teoría del Gobierno, la Policía intervino con el conductor de la Four Runner porque varios de los pasajeros no usaban cinturones de seguridad. 

Se alega que cuando se acercó un policía a pedir la licencia del vehículo, se percató que el conductor tenía un arma de fuego, tras lo cual hubo varios disparos. Uno de los proyectiles segó la vida de la joven Avilés Rosado, quien viajaba de pasajera en el vehículo. Se alega que el balazo fatal salió de la pistola que usó Arroyo Marrero, quien laboraba como policía auxiliar en Naranjito.

El juicio, que se ventila en la Sala 704, del Tribunal de Primera Instancia de Bayamón sigue mañana jueves. Se espera que declaren una experta en balística y una seróloga del ICF, quienes también hicieron análisis periciales en el caso.