Ponce. - La patóloga forense Irma Rivera Diez detalló ayer la trayectoria de las heridas de bala que les provocaron la muerte a los policías Frank Román Rodríguez, Luz M. Soto Segarra y Rosario Hernández de Hoyos, el 28 de diciembre de 2015 en la Comandancia de Ponce.

Rivera Diez, quien labora en el Instituto de Ciencias Forenses, fue la decimotercera testigo de cargo en el juicio por jurado que se ventila contra Guarionex Candelario Rivera en la sala 505 del Tribunal de Ponce, ante la jueza Carmen Otero Ferreiras.

Rivera Diez señaló que los tres policías murieron a consecuencia de las heridas de bala recibidas en una oficina del sexto piso de la Comandancia. En materia forense, las muertes se catalogaron como homicidio, que significa que las heridas las propinó otra persona. Sin embargo, la perito aclaró que eso no tiene nada que ver con el aspecto judicial.

Las víctimas fueron heridas en varias partes del cuerpo, incluyendo la cabeza.

El comandante Román Rodríguez, de 49 años, tenía cinco heridas de bala y un moretón en el párpado del ojo derecho, dijo Rivera Diez.

Una herida sugiere que una bala entró por encima de la oreja derecha, penetró la cavidad craneal y salió por detrás de la oreja izquierda. “Recuperamos 10 fragmentos de un aparente metal y plástico en la materia encefálica”, dijo la patóloga al describirla.

Cuando el fiscal Idelfonso Torres preguntó si el material recuperado correspondía a un teléfono, la defensa objetó. La testigo dijo que entendía que era compatible con un “chip”. 

Cabe señalar que el coronel Héctor Agosto, comandante de área de Ponce, testificó en este juicio que habló telefónicamente con el comandante Román cuando supuestamente Candelario Rivera lo tenía secuestrado junto a Soto Segarra y Hernández de Hoyos. Según su versión, luego de haberle dicho a Román que iría para allá, escuchó los tiros.

Román también tenía una herida por el abdomen, una  en cada muslo, y una laceración de proyectil en el brazo izquierdo.

Rivera Diez indicó que la teniente Soto Segarra, de 49 años,  tenía cinco heridas. Una sugiere que la bala entró por el hombro derecho, perforó un pulmón  y salió por la espalda. La segunda entró por la base del cuello, dañó el corazón y el pulmón izquierdo, llegó al abdomen y salió por la espalda.

Asimismo, tenía una herida y una laceración en el brazo izquierdo, y otra  laceración en la mano derecha.

Cinco heridas también tenía la agente Hernández de Hoyos, de 42 años. Una por la parte posterior de la oreja derecha, con salida por el mentón y le provocó trauma craneal. 

Otra bala entró por la  espalda y salió por el cuello. El fiscal Torres intentó que la testigo estableciera si Hernández de Hoyos estaba desplomada al momento de recibir ese tiro, pero la defensa objetó.

Las demás heridas eran en el glúteo derecho, la pierna izquierda y una con entrada por el área lumbar y que cortó el cordón espinal. 

Las fotos de la autopsia fueron mostradas en sala, así como los  proyectiles, blindajes y fragmentos de plomo recuperados por la patóloga.

El acusado estuvo pendiente en todo momento a la proyección de las imágenes y la explicación de la testigo.

El juicio continuará el 26 de octubre a las 2:00 p.m.