Un comerciante presuntamente asesinó de un disparo en la cabeza a su pareja consensual durante la noche de ayer, domingo, e intentó privarse de la vida luego de cometer el crimen en el que fue su hogar durante los pasados cuatro años en el barrio Santa Catalina en Coamo.

Los informes preliminares narran que fue la hermana del victimario que vivía con la pareja, quien se topó con la sangrienta escena cuando llegó a la residencia de la iglesia a eso de las 8:10 p.m. y al notar que no le respondían para abrirle la puerta entró con su llave.

Según el testimonio se observó al hombre ensangrentado mientras salía de la escena del crimen dando tumbos cubierto de sangre por el pasillo hasta que llegó a otra habitación de la casa donde se derrumbó ya que tenía un disparo en la cabeza.

En la cama matrimonial fue encontrado el cadáver de Maritza de Jesús Espada, quien recién había cumplido sus 51 años, con un disparo en la cabeza.

El supuesto agresor, identificado como Carlos Arnaldo Esparra Colón, de 62 años, fue sometido a una cirugía en el Centro Médico de Río Piedras ya que su condición es crítica,

Los allegados de la pareja revelaron a los agentes que la víctima discutía con su pareja con frecuencia presuntamente motivada por celos y que estaba molesta porque él se iba de viaje solo. 

La pareja no tenía expediente previo de violencia de género.

“Llevaban cuatro años de relación. Casos previos que hayan sido notificados a la Policía de violencia doméstica, no. La información que brindan los familiares es que tenían discusiones como cualquier pareja, pero nada que indicara que iba a terminar de esta manera”, comentó, por su parte, el capitán José A. Torres, director del Cuerpo de Investigación Criminal (CIC) de Aibonito.

El arma de fuego utilizada para cometer el crimen, descrita como una pistola Smith & Wesson, calibre .40, fue ocupada en la escena de los hechos. Esparra Colón tenía una Licencia de Armas vigente de portación y tiro al blanco y la pistola registrada.

Se ocuparon cuatro casquillos como evidencia.

El sexagenario, que es gallero, tiene un almacén de dulces en su residencia y distribuía esa mercancía a los colmados de la localidad.

“Los dos estaban solos en la residencia sus vecinos más cercanos que son los hermanos de él no escucharon nada, ni siquiera detonaciones”, reafirmó el capitán Torres.