Glenn Rivera Pizarro está convencido de varias cosas: que en su caso se cometió una injusticia, que en el juicio en su contra se mostró más evidencia que perjudicaba al expresidente cameral Jaime Perelló que a él y que Víctor Burgos Cotto no dijo la verdad.

En una entrevista exclusiva con Primera Hora, Glenn, quien fuera declarado culpable en octubre pasado de conspiración para cometer fraude electrónico y mal uso de fondos públicos, evaluó distintos aspectos del juicio en que se le juzgó junto a otras tres personas.

El exayudante del administrador de la Cámara de Representantes reveló también el acuerdo que la fiscalía federal le ofreció en más de una ocasión. Y habló de su nueva realidad y sus expectativas a un día para que el juez federal Pedro Delgado comience a evaluar dos mociones sometidas por su abogado Juan Masini Soler.

Los fiscales Timothy Henwood y José Capó Iriarte tienen hasta mañana para contestar las dos peticiones de la defensa de Glenn: que se desestimen los dos cargos en su contra o en su defecto, que se le conceda un nuevo juicio. El juez no tiene una fecha límite para decidir.

“Yo confío que haya espacio en mi caso porque se está cometiendo una injusticia conmigo, una injusticia atroz. Yo confío en el juicio del juez Delgado… Con lo que me han enseñado a mí, de lo honesto que es el sistema federal, yo creo que el juez tiene una oportunidad ahora de evaluar todas estas cosas. Entendemos que (el jurado) evaluó y vio cosas que no se discutieron en sala”, afirmó el hombre de 33 años de edad.

No esperaba veredicto

El viernes, 7 de octubre de 2016, tras 14 horas y media de deliberación, un jurado encontró culpable a Glenn y a los tres coacusados Sally López Martínez, exdirectora de la Administración de Desarrollo Laboral; Ivonne Falcón Nieves, exvicepresidenta de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados; y a su hermana Marieli Falcón Nieves, de cargos relacionados con corrupción gubernamental. Según las autoridades federales, los coacusados participaron en distintos esquemas gestados por el otrora recaudador del Partido Popular Democrático Anaudi Hernández.

“El veredicto me destrozó el corazón. Yo nunca había sentido un shock tan fuerte en mi sistema, en mi emoción, como una cosa tan fuerte. Yo no puedo explicarte, verdaderamente, lo que yo sentí en mi corazón. Cuando bajó ese guilty mi abogado me tuvo que aguantar de la mano… yo no lo pude ni controlar...”, indicó.

Glenn fue arrestado en diciembre de 2015 y por los 45 días que duró el juicio, trató de llegar al tribunal con una sonrisa, una actitud parte de su personalidad que luego le trabajó en contra. 

“Yo llegaba contento, pero fingiendo esa contentura, porque era un proceso bien difícil. No es bonito estar en la prensa del país en las primeras planas durante más de un mes”, indicó.

Precisamente, la forma en la que Víctor Burgos Cotto, exdirector de la Oficina de Informática y Tecnología de la Cámara de Representantes, usó su forma de ser para atacarlo, diciendo que sin perder su acostumbrada sonrisa Glenn lo presionó a firmar un contrato con los socios de Anaudi, fue una de las cosas que más le dolió de todo el proceso.

El contrato era para instalar un nuevo cuadro telefónico en la Cámara de Representantes, el que nunca funcionó.

“Él se mofó de mi forma de ser porque yo soy una persona simpática, yo no tengo una mala cara para nadie. Lo digo con mucho pesar… Yo pensaba que, aunque era un testigo de fiscalía podía, haber dicho -como lo dijo Héctor Vargas (socio de Anaudi) y como lo hizo el mismo Anaudi- que no era conmigo que ellos se reunían”.

¿Víctor no dijo la verdad?

Él mismo aceptó que en una reunión en la oficina del presidente (Perelló) donde estuvo el administrador (Xavier González) y que yo no participé, a él le dieron unas instrucciones, y por ende, firmó lo que haya firmado. Una persona que a nivel jerárquico tenía más poder que yo para tomar decisiones porque, (y que) ‘yo no sé nada de tecnología’, el perito era él. Que haya decidido cooperar está bien, porque hay que decir la verdad, pero lo que él dijo ahí no era la verdad.

Víctor se declaró culpable y, a cambio, la fiscalía redujo los cargos originales por una denuncia de saber la comisión de un delito y no informarlo y testificar en el juicio contra Glenn. Fue sentenciado a un año en probatoria y 100 horas de servicio comunitario. 

“Yo me tengo que alegrar de las bendiciones de otros, porque mis creencias me impulsan a esto, pero a la misma vez me llena de interrogantes cómo en el proceso donde una persona estuvo tan activa que de 110 correos electrónicos (sobre la negociación del contrato) en 100 haya estado copiada y le hayan dado esa oportunidad… pero lo mismo que a él le ofrecieron me lo ofrecieron a mí y me lo ofrecieron luego de haber comenzado el juicio”, dijo.

No obstante, indicó que se mantuvo firme en no aceptar el acuerdo de declararse culpable por entender que no había ni evidencia ni sustancia para sostener los cargos. Ahora se expone hasta 20 años de cárcel.

“Si acepto una cosa, estoy aceptando la otra por default, aunque no esté escrito en un papel. Yo no puedo aceptar que sabía y que no dije, porque yo no tenía intimidad con estas personas… yo no me iba a tomarme vinitos, ni a conciertos, ni actividades, ni con Anaudi, ni con ninguna de estas personas. Yo lo que hacía era seguir instrucciones, yo no tenía autoridad para decir: ‘esto está mal o está bien”, alegó.

Sobre Xavier García, exadministrador de la Cámara y exjefe suyo, quien enfrenta los mismos dos cargos que él, dijo no entender su arreglo con los federales. García se declaró culpable, pero se negó a cooperar en el juicio. Su sentencia se fijó para el 30 de marzo.

“Él asumió el rol de aceptar todos los cargos tal y como fueron radicados, pero pienso que si hay oportunidad de que él pueda defenderse, le deseo lo mejor”.

Entonces soltó: “él nunca hacía nada sin consultar, pienso que él debe de defenderse”.

Si seguía instrucciones, ¿las autoridades federales deben entonces involucrar al presidente cameral?

No sé, pero también tengo que decirte que hubo más evidencia en su contra que en la mía en el juicio. Yo no quisiera que nadie saliera lastimado, pero hubo más evidencia en contra del presidente y otras personas que no estuvieron sentados allí.

Sin embargo, dijo que no le consta porque nunca escuchó que Jaime Perelló supiera del alegado chanchullo para darle el contrato del cuadro telefónico a los socios de Anaudi, quienes no tenían el conocimiento necesario para manejar la tecnología que ofrecieron.

Sigue con su vida

Cinco meses después del veredicto de culpabilidad, y todavía luchando para demostrar su inocencia, Glenn decidió darle un giro a su cotidianidad y “reinventarse”. 

Ahora, en lugar de llegar al frío recinto con paredes de mármol que es el Capitolio, donde laboró entre 2012 y 2015, trabaja en una cooperativa y hace algunos trabajos en una empresa privada.

“Estoy tranquilo trabajando. Recientemente, terminé de estudiar. Hice una maestría en gerencia y liderazgo en la UMET recinto de Cupey. Me gradué, pasé con 3.93 que en medio de este proceso que uno se gradúe con 3.93 está bueno”, dijo con semblante tranquilo.

Señaló que, contrario a lo que alguna gente pudiera pensar, su participación en actividades políticas no era muy frecuente por lo que no extraña nada que tenga que ver con el activismo político. Aseguró también que en la Casa de las Leyes se dedicaba a ganarse su salario de forma honesta.

“Más que el chijí-chijá que alguno pudiera haber estado, yo hacía mi trabajo, me ganaba mi salario, por lo que me pagaban y si algún día tiene oportunidad de ver mis asistencias, eran de 8:00 o 9:00 de la mañana… y a veces salía a las 12:00 de la medianoche. He tenido mucho respaldo y solidaridad en el proceso y, sobre todo, el respaldo de mi familia cercana, de mis amigos y mi iglesia, que me ha ayudado y he decidido levantarme en medio del golpe”, aseguró.