El contrabando sigue siendo uno de los principales problemas dentro del sistema carcelario del país y eso no lo despinta nadie.

A diario –tal y como lo dispone el reglamento- personal del Departamento de Corrección  realiza registros rutinarios en todas las cárceles del país. En ocasiones, incluye a toda la institución y en otras se hace la selección de los módulos a impactar. Todos los días ocupan algo, confirmó a Primera Hora, el coronel Héctor Fontánez, director de Seguridad de Corrección.  

“Es uno de los (registros que) más duro le damos, pero también (en los) que más ocupamos”, dijo el funcionario en referencia a los celulares.  En lo que va del año, se han ocupado aproximadamente 400 celulares en el sistema.

La ocupación de teléfonos móviles es actualmente la mayor problemática que enfrentan, aunque también  se tratan de ingresar ilegalmente a las instituciones drogas y armas de fuego.  “A quien se le ocupe puede ser también algún empleado o visitante. También tenemos la problemática de la tiraera de paquetes desde la calle donde ocupamos celulares y drogas prácticamente todos los días. Nuestras cárceles quedan cerca de avenidas y expresos, y tenemos personas lanzando paquetes desde la calle”, detalló el funcionario.

Estos registros son independientes a los cacheos que se les realiza a todo aquel que ingresa diariamente a una de las cárceles y al que se lleva a cabo en las plantas físicas, donde se inspeccionan todas las zonas, incluyendo las áreas comunes, entradas y  los alrededores.

Los registros son realizados por oficiales de Corrección y por la unidad canina K-9 que cuenta con canes entrenados para la detección de celulares, armas y drogas.  “No importa donde lo tienen, si lo fondean, el can lo va a detectar”, indicó en referencia a quienes tratar de ingresar el material en sus cavidades corporales (recto y vagina), como parte de un esquema de contrabando.

Si surge el caso de que alguno de los canes detecta la posible presencia de algo ilegal, personal de la cárcel pasa a segregarlo, a hacerle todas las advertencias y a darle la posibilidad de que expulse el material. Para esto lo ubican en una celda seca y bajo vigilancia las 24 horas. Aquellos que se niegan a hacerlo voluntariamente se les lleva a realizar una radiografía para lo que en ocasiones resulta necesario una autorización judicial, así como la intervención médica para la extracción. “Hay confinados que han perdido la vida tratando de ingresar drogas a la cárcel usando su cuerpo”, destacó Fontanez.

La mayoría de los celulares ocupados son para uso personal, ya sea para comunicarse con sus familiares o para mantener su contacto con el bajo mundo desde el interior,  dijo el funcionario. Aunque, también están quienes sirven de mulas como método para obtener dinero extra.  Una vez los teléfonos son recuperados, explicó,  son inspeccionados, enviados a las oficinas centrales de Corrección y, posteriormente, pasan a Servicios Generales, donde se determina su destino final que puede ser decomisarlo o venderlo.  

Fontánez señaló que todo reo tiene  derecho a comunicarse con sus familiares, pero estas llamadas tienen un costo que le es cargado a la persona a quien se le dirige la llamada. En el caso de los reos que están en áreas pasivas, éstos tienen teléfonos en sus dormitorios, pero los que están bajo máxima seguridad tienen unos controles mucho más estrictos.