“Luis Gustavo siempre fue correcto… Sabía quién era y dónde estaba”, sostuvo el siquiatra, que labora en el Hospital de Siquiatría Forense de Río Piedras, donde está recluido Rivera Seijo desde hace seis años, tras ser declarado inimputable por el homicidio de un deambulante. 

Con el testimonio del galeno y de un agente del Negociado Federal de Investigaciones (FBI), a quien Rivera Seijo le confesó haber matado a cuchillazos en “el puente de la nariz” al niño Lorenzo González Cacho, los fiscales Aracelys Pérez Correa, Mario Rivera Géigel y Maricarmen Rodríguez Barea, continuaron ayer el desfile de prueba en la vista en alzada en la sala 706 del Tribunal de Bayamón.

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La alzada, que es transmitida en directo por canales de televisión y medios digitales, podría concluir mañana o el jueves.

Sotomayor declaró que para el 14 de octubre de 2010 Rivera Seijo era su paciente y que parecía “interaccionar apropiadamente con sus compañeros”.

El siquiatra detalló que no era como otros pacientes psiquiátricos que simulan hablar por un celular. 

También expresó que solía verlo leyendo y que observaba a Rivera Seijo todos los días. 

“En la interacción con este servidor era muy correcto, estaba orientado”, testificó Sotomayor.

El abogado Mario Moczó objetó constantemente el testimonio, alegando que se trataba de una violación a las reglas procesales 240 y 241, sobre procesabilidad y peligrosidad de un imputado.

“Se violaría la confidencialidad entre médico paciente”, reclamó Moczó en varias ocasiones.

Mientras tanto, el fiscal Rivera Géigel insistió en que las evaluaciones del médico no eran materia cobijada por las reglas de evidencia criminal, sino el contenido de lo que el hombre conversaba con su terapeuta. 

Antes las constantes objeciones y careos, entre la defensa y los fiscales, en un momento, el siquiatra parecía no entender el proceso y repetía que no podía violar el privilegio de médico cliente.

La jueza Vilmary Soler Suárez dispuso entonces, que el galeno no podía declarar sobre las conversaciones que sostuvo con el imputado. 

El segundo testigo fue el agente especial del FBI, John Morales, quien le hizo una entrevista a Rivera Seijo el 6 de agosto de 2010, en la que el hombre le confesó haber dado muerte a Lorenzo, el 9 de marzo de 2010.

Morales dijo que a pedido del entonces jefe del FBI, Carlos Cases entrevistó a Rivera Seijo como parte de una colaboración con las autoridades locales que buscaban esclarecer el caso.

Declaró el agente federal que para entrevistarlo, Rivera Seijo fue excarcelado del Complejo Carcelario de Bayamón, donde estaba entonces por otro caso de homidicio que tenía pendiente, pero “ya era persona de interés” por el asesinato de Lorenzo.

Morales dijo que tras hacerle las advertencias de ley, antes de confesar, Rivera Seijo negó dos veces haber participado en el asesinato del niño de 8 años. 

El agente del FBI sostuvo que le advirtió al imputado que había amenazas en su contra del grupo Ñetas, luego que se anunció públicamente que era persona de interés en el caso.

 En la confesión, Rivera Seijo dijo que la madrugada de los hechos, buscaba una casa “para robar” y relató que accedió a la casa DD-6 de la Calle Bruma en Dorado del Mar, por la verja trasera.

El testigo narró que el hombre le dijo que cuando estaba en la habitación de Lorenzo “oyó voces que le decían que matara al niño” y que con un cuchillo de 12 pulgadas de doble filo, que cogió de un gabinete de la cocina, le dio “tres o cuatro” puñaladas al nene en el área de la nariz. 

Según declaró el agente, el hombre le confesó que cuando le hizo el primer impacto, “pudo oir la nariz del niño romperse”.

De acuerdo con esta confesión, la hermanita de Lorenzo, que dormía a su lado, en un momento despertó, vio (a Rivera Seijo), pero el hombre no le hizo nada y huyó.

En el informe de la entrevista del agente, que fue leída en sala, Rivera Seijo admitió que “le dí puñaladas con objeto de filo al muchacho y yo soy responsable”.

Morales declaró también que le preguntó a Rivera Seijo si conocía a Arnaldo Colón (Naldy) y que éste le dijo que lo conocía hace 20 años del área de Dorado del Mar. 

El agente del FBI preguntó a Rivera Seijo si Naldy había abusado sexualmente de él en el pasado y Morales indicó que el imputado se paró molesto de la silla y dijo que no quería continuar.

El testigo añadió que entrevistó también en otro momento a Ana Cacho.

A preguntas de Moczó, el testigo admitió que Rivera Seijo “leyó, entendió y firmó” en un minuto las advertencias de ley, contenidas en los “Derechos Miranda”.

Reconoció igualmente, que el hombre no puso sus iniciales sobre las advertencias  de que “tiene derecho a guardar silencio” y que “lo que diga puede ser usado en su contra”.

El agente dijo además, a preguntas del equipo de defensa, que la entrevista a Rivera Seijo se realizó en un cuarto sin ventanas de la Administración de Servicios Generales del gobierno federal, en el área de Buchanan. 

Agregó que lo acompañaron el agente del FBI José González y el teniente de la Policía, Digno Cartagena, de un grupo de trabajo entre las autoridades federales y la Policía.

Morales dijo también que Rivera Seijo narró que al entrar a la casa se quitó los zapatos para no dejar huellas, pero no pudo determinar si los dejó allí.

La vista que entra hoy en su séptima jornada, continúa a las 10:00 de la mañana y se espera que declara el agente de la Policía, Noel Colón.