Al igual que el resto de la Isla, los edificios y oficinas de la judicatura sufrieron cuantiosos daños con la poderosa arremetida del huracán María del 20 de septiembre. 

Y ante el panorama de que por un tiempo no podrían volver a laborar como de costumbre, hay jueces que han cambiado la toga por un delantal de cocina o el mallete por un rastrillo y, junto a decenas de jueces, alguaciles, secretarias y otros trabajadores de los tribunales aprovecharon una orden administrativa para hacer labor social en la recuperación en égidas, centro de acopio y otros lugares similares en toda la Isla. 

“Como parte de las estrategias (luego de María) movimos personal de distintas regiones, y eso nos provocó que tuviéramos en algunas instancias un excedente de empleados que si los movíamos al centro judicial iban a hacer trabajos duplicativos. Así que queríamos darle la oportunidad a estos empleados de seguir trabajando y a la misma vez aportar a la recuperación del país”, explicó la jueza presidenta del Supremo, Maite D. Oronoz Rodríguez, en el patio de la égida Jesús Sánchez Erazo, donde cuatro empleados de la rama Judicial rehabilitaban el huerto tras colaborar en labores de limpieza dentro y fuera del edificio, localizado a pasos del centro judicial de Bayamón, que es uno de los que no ha podido reabrir por los daños.

La jurista indicó que a la iniciativa, que se ha coordinado con organizaciones sin fines de lucro a través de la Oficina de Educación y Relaciones con la Comunidad, se han sumado jueces, personal administrativo, directores y personal de todas las áreas. 

Entre las entidades beneficiadas están, además de las égidas, los Centros Sor Isolina Ferré en Ponce y Caimito en Río Piedras, la Fundación El Plato Caliente en Santurce y la Iniciativa de Ecodesarrollo de la Bahía de Jobos en Salinas. 

“Sin dudas, le da una oportunidad a estos empleados y empleadas a tener otro tipo de interacción con el público. Es otra manera de servirle al país. Han tenido unas experiencias muy lindas”, afirmó Oronoz Rodríguez. 

Para la directora de la égida de Bayamón, el grupo que está laborando allí “es una ayuda que viene del cielo”. 

“En estos momentos necesitábamos mucha ayuda. Había que hacer unas cuantas cosas y yo solamente tengo un ‘janitor’ en el edificio y un supervisor de mantenimiento. Son muy buena gente, se portan muy bien. Yo los cogería de empleados míos”, explicó la directora, Beatriz Mendiguren.