Nos encontramos en una nueva cultura de crimen, más dramática, más imprudente, propia de mentes jóvenes, producto, a juicio de muchos, de la mano dura, al punto que con la misma mano dura que aprendieron ahora atacan, sin compasión, sin valores y sin consideraciones a los inocentes que se les atraviesan en el camino.

Los narcos de antes, “los de la vieja escuela”, expuso el criminólogo Gary Gutiérrez, eran miembros de la comunidad y tenían que dar cara y responder a la comunidad porque si mataban a alguien, era el hijo de menganito o sutanita. Ahora no.

“Ahora los muchachos vienen de diferentes sitios. En Ponce hay puntos que controlan desde el área metropolitana y eso hace el negocio más impersonal, más frío, más distante. Antes, al muchacho que mataban en el barrio lo conocía todo el mundo en el barrio. Ahora la persona que mata al del barrio nadie lo conoce”, apuntó.

Al igual que en México, indicó, la intervención de las autoridades en Puerto Rico desarticuló organizaciones dirigidas por gente adulta y mayores de edad, que eran más solventes y tenían unos códigos: si iban a matar a alguien y había familiares o personas que no tenían que ver, desistían.

“No se atacaba a los familiares. Era una cuestión de negocios y, si estaban los familiares, no atacaban. Esas organizaciones fueron desmanteladas y las propias agencias federales admiten que el narcotráfico quienes lo están corriendo son organizaciones pequeñas, muchas veces dirigidas por personas muy jóvenes que utilizan la violencia como una forma de demostrar poder”, acotó.

“Al igual que en México, la violencia es cada vez más dramática y cada vez menos prudente. No estamos planteando que en Puerto Rico haya el mismo nivel de violencia que en México, pero parece que vamos por el mismo proceso: más dramática y más imprudente”, recalcó.

Él sociólogo José Luis “Pichi” Méndez sostuvo que en Puerto Rico estamos en una nueva cultura de crimen, no ya en la que el criminal viola la ley y comete acciones criminales.

“Se trata de un grupo de personas formados en una mentalidad que es la que le lleva a hacer esas cosas. Es la mentalidad del mundo criminal que tiene como punto de partida la tremenda importancia que ha adquirido en Puerto Rico el mercado de estupefacientes, en la que la violencia es fundamental”, aseveró.

“Las deudas se pagan con sangre. La lucha por el control lleva a confrontaciones sanguinarias y cualquier sospecha de alguna traición de personas involucradas se paga con sangre. Cuando hay grupos jóvenes que crecen con esa mentalidad, la que nos repugna y horroriza, para ellos es lo normal”, señaló Méndez.

El sociólogo dramatizó que es la famosa “mano dura” y que “si hay mano dura contra ellos, ellos tienen mano dura contra las autoridades”.

En torno a la modalidad de sembrar terror en sus víctimas, en los familiares, testigos y entidades para que no los delaten, según Méndez, es la forma que ellos tienen de protegerse y quedar impunes, evitando que la Policía los arreste.