Están ahí. En cada rincón de nuestra isla. Reconocerlos es casi imposible. Pueden pasar desapercibidos. Son individuos “normales”. Incluso, algunos de ellos altamente respetados, de aparentes altos valores morales y religiosos.

En general, son hombres entre las edades de 30 a 40 años y aparentan no ser agresivos. Por el contrario, suelen ser amigables, quizás demasiado.

¿Dónde están? Aquí los tenemos en todas partes. Quizás en la comunidad, en la iglesia cercana, en la escuela, en el centro recreativo o bajo el mismo techo. Según el Sistema de Información de Justicia Criminal (SIJC) y, luego de un análisis realizado por Primera Hora para depurar la lista, en Puerto Rico están registrados 2,844 ofensores sexuales, entre los cuales figuran 741 pedófilos.

Este número, sin embargo, puede ser considerablemente mayor si se toma en consideración a aquellos individuos que nunca fueron denunciados . Además, está el hecho de que en el registro no se detallan los delitos de los ofensores que llegan aquí desde otras jurisdicciones de Estados Unidos.

La pedofilia es definida como “un trastorno sexual del que se siente atraído físicamente hacia los niños, de igual o distinto sexo”.

La mayoría de los pedófilos se concentra en los municipios de San Juan, Bayamón y Ponce, pueblos de alta densidad poblacional. Mientras, en Vieques y Culebra no aparecen registrados pedófilos, aunque sí ofensores sexuales.

Estos individuos están acusados de delitos altamente repudiados por la sociedad como violaciones, actos lascivos, incesto y agresión sexual.

El Registro de Ofensores Sexuales no está fragmentado, lo que puede ser una de sus mayores debilidades para el que quiere acceder al mismo. En una misma canasta, sin distinción alguna, se incluyen todo tipo de delito de índole sexual. Primera Hora se dio a la tarea de hacer la separación de aquellos que fueron contra menores.

A partir de diciembre de 2011, la ley se enmendó para atemperar el registro a los estándares de las leyes federales. Aunque, sin duda, se trata de una herramienta útil para aquellos que quieren conocer quién es el que vive a su lado, a la vez es muy frágil, ya que depende, a su vez, del trabajo de otras agencias de ley y orden, como la Policía.

El ofensor sexual, pedófilo o no, debe mantener al día su dirección personal, así como acudir al cuartel más cercano anualmente para tomarse una foto actualizada de su apariencia física. Dependiendo del delito, el convicto puede estar inscrito por un mínimo de tiempo, 15 años o de por vida, explicó el licenciado José Monge, secretario auxiliar de asesoramiento del Departamento de Justicia.

Esto quizás puede ser injusto para aquel que logra rehabilitarse. Expertos sostienen que ello es posible.

Mucho ojo

Sin duda, la pesadilla para muchos padres sería que su hijo fuera víctima de abuso sexual. A pesar de que pareciera que todos estamos vulnerables, hay formas de salvaguardar la integridad del menor.

Para el psicólogo y terapeuta sexual José Pando, la clave está en proteger y educar. “Hoy día los niños nacen y los cría la televisión y los padres de arriba abajo. ¿Qué señales va a ver un padre que nunca está?”, advirtió el experto.

Argumentó que ser padre no equivale simplemente a proveerle al menor comida y un techo seguro. Incluye también el no dejarlos solos y “dejarse de musaraña y hablarle de sexo. El instinto sexual siempre va a despertar. Es mejor que, cuando despierten, estén bien educados”, expresó.

“En los niños bien educados, bien protegidos y bien orientados, las posibilidades de que sean víctimas son mínimas”, sostuvo Pando, quien mostró sus reservas en la forma en que está conceptualizado el registro, tanto para la víctima como para el victimario.

Ver esas señales de alerta es fundamental. Entre las mismas, está el hecho de que el niño no se quiera quedar en ningún lugar, que se retraiga cuando hablen de sexo o que no quiera que lo toquen. “Todas estas cosas te dicen: ‘Something is happen’”, puntualizó. Entre las señales están también los miedos, fobias, insomnio, ansiedad y depresión.

Enfocados en prevenir

Al comisionado de la Policía Municipal de Bayamón, Ángel Jiménez, no le preocupa el alto número de pedófilos que hay registrados en la zona.

Su enfoque está en orientar a grandes y chicos. “Bayamón es la segunda ciudad de mayor población en Puerto Rico... Me preocupa más orientar sobre esas características de cómo detectar o prevenir, pero no me alarma el número que existe porque es proporcional a la población que tenemos”, argumentó al destacar que se trata de “conductas no aceptables”.

En Bayamón hay registrados 36 pedófilos, en Ponce, 35, y en San Juan, 69. Le siguen Carolina y Aguadilla, con 27 y 25, respectivamente.

Jiménez sostuvo que el acceso que tienen los miembros del cuerpo de seguridad a la lista es el mismo que tiene el ciudadano común que está interesado en ver quiénes viven cerca de su área de residencia. Aunque parezca difícil de creer, señaló que parte de la ciudadanía desconoce la existencia del registro y de su accesibilidad.

“Hay que estar atentos. El agresor sexual puede estar en cualquier parte. Hay que tener malicia”, insistió.