Cuando el juez de la sala 904 del Centro Judicial de San Juan llegó al estrado, ya las cámaras fotográficas y de vídeo estaban listas. Como en un reality show, todos sabían que serían grabados y que sus palabras y gestos, lo que fuera, serían transmitidos en vivo.

A las 9:04 de la mañana empezó por primera vez en 56 años un proceso judicial que pudo ser visto por televidentes y cibernautas. El juez, como un anfitrión, dio la bienvenida “al pueblo del Puerto Rico”.

Desde sus casas, la gente pudo escuchar y ver los gestos del deponente en el interrogatorio de un caso civil contra el bufete McConnell Valdés, un proceso judicial en el que la demandante es una abogada y la parte demandada también está compuesta por abogados y abogadas.

Relacionadas

Interesante un caso de discrimen por razón de género y edad para un primer proceso con cobertura mediática sin restricción de imagen y audio.

A las 9:12, el juez Ángel R. Pagán parecía no haber mirado la cámara ni una sola vez y el deponente del bufete,  Alfredo Hopwood, tampoco. Las cámaras, en este caso, no parecieron intimidar a los abogados.

Se escuchan algunos clics de las cámaras fotográficas, pero ninguno de los presentes parece alterarse. El deponente tose y, como si se disculpara, aclara que toma un broncodilatador. Quizás porque se olvidó de las cámaras o tal vez porque no tiene inconvenientes en ofrecer información sobre su salud ante ellas.

Más adelante toma agua y mira a la izquierda, justo donde está la cámara. Un gesto involuntario, quizás.

Varios recesos y regresos y las cámaras siguen en sala. En momentos de silencio, cuando al deponente le piden que observe un documento o cuando el abogado defensor busca entre sus papeles, la cámara los sigue. Hay silencio, pero la cámara capta que la falta de sonido no es inacción. De hecho, ahora es que empieza.