El hecho de que las agentes sean las protagonistas en vídeos y fotografías de conducta  sexual implícita  circuladas en la internet pone al relieve la cosificación de la mujer en la Policía de Puerto Rico.

Algunas terminan  convirtiéndose  en objetos sexuales de sus compañeros varones. 

Aunque  nadie las obligue y medie el consentimiento, las que terminan con su vidas destruídas son las mujeres.

Así opinó   Diego Figueroa, presidente  del Frente Unido de Policías Organizados (FUPO), quien aclaró   que no se ha determinado que las nuevas fotografías de supuesto policías  aparecidas en la red  sean miembros de la Fuerza.

Figueroa señaló  que  estos escándalos de índole sexual son como un virus, que ha existido  siempre en agencias públicas y privadas y en todas la profesiones, pero que se destaca   la Policía  por ser la institución de la que  se presupone tener  una probidad moral  y ética.

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Señaló que el problema es que no se mide con la misma vara.  

“Estamos viviendo en un tiempo   de  proliferación de pornografía de manera abierta y sutil por la televisión, con las novelas, en las revistas, por las redes sociales y  la internet. Obviamente, de alguna manera, esto lleva a una  mentalidad disfuncional de las personas, que pudiera ser por baja autoestima y creen que enseñando su cuerpos van a lograr la atención”, dijo.

Expuso que como gremio siempre le hablan a sus miembros del deber moral y ético cuando se escoge un trabajo de un estrés extraordinario.  

“Entonces crean mecanismos de  escapes relacionado con fiestas y cuando uno esta bajo efectos de alcohol, fiestas y cosas parecidas,  uno está vulnerable y en  ese estado de vulnerabilidad  llegan a establecer lazos y afinidades que desembocan en enamoramiento,  y muchos de estos   prohibidos”, dramatizó.

“Ese enamoramiento prohibido,  que es disfuncional en la  inmensa mayoría, termina en la cama, moteles  y ahora con la tecnología y los teléfonos  inteligentes   se puede dar el caso de ser grabados en la intimidad”, analizó.

 Esa grabación, agregó,  después pudiera ser utilizada de mala manera porque la persona  no quiera continuar  la conducta y entonces la venganza se produce porque  suben  las imágenes a las redes  si se niegan.

“Nosotros aconsejamos que se tengan relaciones saludables, que   se fortalezcan,  que   conozcan bien a la  persona, que  vean cómo se relacionan con otras personas,  que escuchen el lenguaje  que  utilizan con otros compañeros. Escuchando y observando  se revela con quién está tratando y hasta  a qué puede llegar esa persona”, ilustró. 

¿Porqué la mujer policía y no el hombre policía?

 La mujer es vaso frágil y no se defiende tan vehementemente como un hombre. Posiblemente no tiene la capacidad y fuerza de un hombre para defenderse.

“Aparte, la inmensa mayoría de la Policía son varones. Al ser varones, el hombre busca más  los glúteos  y los senos de las mujeres  y las hacen objeto. Las convierten en un objeto sexual”, dijo con crudeza.

No permitir tomar ese tipo de foto

Edwin Robles, presidente del Concilio Nacional de Policías (Conapol),  destacó, al igual que Figueroa, que aún la Policía no ha determinado que las fotos de una mujer y dos hombres uniformados  en actos sexuales  pertenezcan a la Fuerza.

“No sabemos si  son personas  que están utilizando  la imagen  y logos de la Policía. Hasta el momento hay que esperar a que la Superintendencia haga la correspondiente investigación para determinar si son miembros de la Policía”, indicó.

¿Cuál es su exhortación a estas alturas del juego?

Toda mujer debe  cuidar  que cuando esté con una pareja   no le permitan tomar este tipo de fotos, ya que esto podría llevar a esta situación.

“No solamente la mujer. Puede pasar con el hombre, que  la mujer le tome la foto  y la haga pública, después de un disgusto o separación, causando un daño moral y económico a su familia. Porque quedarían, no marcadas, sino víctimas de una sociedad al exponerse esas fotos públicamente”, expresó.

¿Y eso de que escojan de escenario un  cuartel?

Los cuarteles y unidades policíacas se hicieron para atender   unas necesidades de un pueblo.

Si  un hombre  o mujer tienen  ese interés de expresarse sexualmente, deben utilizar otros lugares que sean fuera de dependencias públicas.