La única forma en la que Aida de los Santos Pineda pudo dejar su huella en el cuchillo con el que supuestamente mató a su jefa, Georgina Ortiz Ortiz, fue que el dedo medio de su mano derecha tuviese una sustancia roja como sangre y luego tocara la superficie de la hoja.

Esa fue la conclusión a la que llegó Rubén Díaz de León, experto en huellas dactilares con 32 años de experiencia en ese campo, quien examinó la pieza de evidencia, al menos, en dos ocasiones.

El agente ya retirado testificó ayer en la continuación del juicio contra De los Santos, empleada doméstica de Ortiz y de su esposo, el ex juez del Tribunal Supremo Carlos Irizarry Yunqué.

Según el especialista, una de las huellas en el cuchillo –que se presume que fue el arma homicida– pertenece a la acusada porque lograron identificar hasta 12 puntos característicos que coincidían con el dedo medio de la mano derecha de la mujer, aunque solo ocho puntos se establecieron en la comparación del informe oficial.

El experto señaló que el único momento en que Aida pudo haber dejado esa huella de esa forma fue “durante la consumación del acto delictivo o después del acto delictivo”.

El hombre se acercó en varias ocasiones a los miembros del jurado con el mismo cuchillo y usando guantes de látex azules, para mostrarles dónde exactamente estaba la huella que se identificó que pertenecía a la mucama.

También enseñó dónde estaba otra huella parcial del otro lado de la hoja, “que no se puede descartar” que sea también de De los Santos.

Según su análisis, para dejar ambas impresiones, la acusada tuvo que haber ejercido algo de presión y haber agarrado la pieza con el mango hacia la izquierda, el filo hacia afuera, el dedo pulgar de su mano derecha hacia arriba y el dedo corazón de la misma mano hacia abajo. El resto de los dedos parecía que no tocaban el cuchillo.

Lograr establecer y poner en récord la demostración que Díaz de León hizo en sala, con la distancia de los dedos desde el mango del cuchillo, tomó un buen rato mientras la fiscalía y la defensa argumentaban y se ponían de acuerdo sobre cómo se tenía que describir.

Díaz de León usó además varias fotografías agrandadas de la huella principal en el cuchillo para explicarles, también de cerca al jurado, las características que coincidían con la tarjeta de huellas que se le tomó a la mucama posterior al crimen.

Ese fue uno de los pocos momentos en que la acusada levantó la vista y pareció escuchar atenta a lo que decía el especialista.

El cuchillo ya no se ve igual a como el experto lo vio el 15 de octubre de 2011, cuando lo examinó por segunda vez, porque donde él vio áreas de aparente sangre roja ahora se ven áreas negras y grises.

Díaz de León explicó que esa transformación de rojo a negro sucede cuando se usa un químico que solo reacciona ante la presencia de sangre.

La defensa intentó impugnar la capacidad de Díaz de León como experto, pero no tuvo mucho éxito. El testimonio de Díaz de León debe continuar hoy en la tarde.

Antes de que el experto iniciara su testimonio, la agente investigadora Ormarie Roque volvió al asiento de los testigos por cuarta ocasión y volvió admitir posibles fallas en su investigación como que nunca entrevistó formalmente al ex juez del Tribunal Supremo Carlos Irizarry Yunqué con relación a la muerte de su esposa.

Tampoco entrevistó a la hija de este, Lida Irizarry, ni a sus dos nietas, a pesar de tener información de que Lida había contratado un detective privado para seguir a Georgina.

Esa contratación fue meses antes del asesinato, y por primera vez se estableció que el detective la siguió por lo menos tres veces y, como en esas ocasiones no reportó nada irregular, Lida le dijo a la agente investigadora que decidió terminar el contrato.

Roque tuvo que admitir que en sus notas nunca especificó que ella entrevistara al detective. “No, pero se hizo”, indicó molesta a preguntas de la abogada Lucille Borges.

La investigadora aseguró también que nunca logró tener evidencia que vinculara a Irizarry Yunqué con el crimen, mientras en todo momento la defensa de la acusada siguió atacando tanto su experiencia como su manejo de la pesquisa. Ni siquiera cuando dos años después del crimen pidió incautar la guagua del ex juez, se logró obtener evidencia.

En su declaración jurada para pedir ocupar la guagua, Roque justificó el asunto diciendo que el vehículo pudo haber sido utilizado para transportar a la persona o las personas que asesinaron a la mujer.

Los vídeos originales de las cámaras de seguridad de la Universidad Interamericana, donde el ex juez daba clases, nunca se ocuparon.

“Si tuviese la evidencia, esa persona estaría aquí hoy viendo su proceso junto a Aida de los Santos”, dijo en tono algo molesta la agente.

Otros detalles importantes vertidos en esta etapa del proceso no figuran en ningún documento escrito por Roque, como que no entrevistó tampoco a los dos agentes que recibieron la primera llamada de la muerte de Ortiz, ni los gestos descritos supuestamente por Aida cuando le contó que vio a su jefa presuntamente aguantarse el cuello con una toalla.

La agente investigadora también admitió que nunca hizo una confrontación o line-up de voz a pesar de que la mucama alegó haber escuchado al hombre que estuvo en el apartamento con la cara tapada y que la agarró por el cuello y le dijo que se fuera.

Tampoco buscó más datos físicos relacionados con el material genético encontrado debajo de las uñas de la víctima, que según las pruebas científicas pertenecían a dos hombres.

La investigadora afirmó que para mayo de 2011, nueve meses después del crimen, la mucama todavía no era sospechosa para ella.

De la amenaza de muerte que Georgina recibió y le contó a un amigo suyo tampoco hizo gestiones para obtener más datos.

“¿El que ella se lo haya dicho alegadamente solo a él no quiere decir que usted, como agente investigadora, puede descartar eso?”, le preguntó Borges, y ella respondió que no.

Aunque Roque ahora trabaja en la División de Robos de la Policía, afirmó que la investigación de este caso continúa, pero no indicó a cargo de quién.

Ambos testimonios se hicieron ante una sala que se mantuvo llena de público a pesar de ser día feriado.

Entre los asistentes se encontraba el activista de derechos humanos Pedro Julio Serrano, quien expresó su solidaridad con los familiares de la víctima y con la acusada, al tiempo en que tildó la pesquisa como “mediocre”.

“Aquí se han visto unas claras muestras de racismo, de clasismo, de xenofobia en este caso y un defensor de los derechos humanos tiene que estar donde se violan esos derechos. Ciertamente, hay unas preocupaciones... y hay que estar pendientes”, indicó.

El juicio continúa mañana a partir de la 1:30 de la tarde.