“Tengo la esperanza de que todo debe ser un mal sueño”.

Así decía parte de la carta de despedida que Valeria del Mar Colón González dedicó a su fenecido padre, el sargento maestre Víctor Colón Camacho quien fue sepultado ayer en el Cementerio Municipal de Juana Díaz.

La joven de 14 años de edad es la mayor de dos hijas que dejó el piloto juanadino, fallecido el 2 de mayo al estrellarse en Savannah, Georgia, el avión de la Guardia Nacional de Puerto Rico en el que viajaba junto a otros ocho militares.

Demostrando un temple fuerte al ponerse de pie frente al féretro de su padre, Valeria compartió ante decenas de personas unas letras que estremecieron a los presentes, entre estos familiares de otros soldados que murieron en el accidente aéreo.

“Me encantaría poder volver a tenerte conmigo, de ver tu sonrisa, escuchar esa voz decirme ‘te amo’ y tenerte a nuestro lado. No sabes lo que daría por poder darte el último abrazo”, expresó la adolescente quien esta semana se gradúa de octavo grado.

A “Vitín” como cariñosamente le llamaban sus seres queridos, le sobrevive su esposa Soldelix González Rivera, con quien procreó a Valeria del Mar y a Camila de ocho años. Tanto ellas como el padre del occiso, Víctor Colón y el hermano mayor que lleva su mismo nombre, recibieron la bandera como parte de las honras fúnebres.

“Me despedí de él y le dije, ‘nos vemos el viernes’. Tengo la botellita de vino en la nevera en casa, esperándote, y espero estar contigo en algún momento nuevamente”, reflexionó el padre de Colón Camacho, un maestro jubilado.

 ¡Adiós al héroe Roberto!

Un escenario similar se vivió en Salinas con la sepultura del cuerpo de Roberto Espada Gali, otro de los nueve tripulantes que iba en el avión accidentado.

Decenas de personas llegaron frente a la Casa Alcaldía ayer para rendir un homenaje póstumo al aviador senior de la Guardia Nacional y exempleado municipal.

“He llorado, he gritado, porque la forma en que pasó, trágica me llenó de mucho dolor. No lo creía, me tomó varias horas creerlo y hasta el sol de hoy lo llamo a ver si me contesta, sabiendo que ya no está”, expresó Luis Espada, hermano del militar fallecido.

“Robert siempre fue mi héroe, el hermano mayor, nuestro maestro de la vida y estoy muy agradecido por la forma que el pueblo se ha unido para decir adiós a un ser tan especial para todos”, agregó.

Roberto era el mayor de tres hermanos que fueron criados por su abuela Gladys Gali, al morir su madre hace diez años.

Desde entonces se escuchaba a Espada Gali, la tierna manera en que dedicaba sus logros a su amada “grandma”.

Así lo recuerdan varios excompañeros municipales de donde se retiró en diciembre de 2017, luego de laborar durante 10 años como auditor y contador en el Centro de Recaudaciones de Ingresos Municipales (CRIM) y Oficina de Permisos.

Su retiro se debió a que consiguió un “buen trabajo” en la Guardia Nacional.

Al llegar frente a las inmediaciones del Cementerio Municipal, la Guardia Nacional y la Fuerza Aérea Muñiz rindieron honores fúnebres a Espada Gali.