El Negociado Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) inspecciona desde el fin de semana un auto Toyota Camry ocupado por la Policía como parte de la pesquisa dirigida a identificar a los asesinos del agente Miguel Pérez Ríos.

Este medio supo que el auto fue localizado el viernes en el residencial Manuel A. Pérez, en San Juan, y su descripción coincide con la de un vehículo visto salir de la gasolinera Shell, del Camino Alejandrino, en Guaynabo, donde Pérez Ríos fue asesinado el lunes 7 de septiembre.

Se supo que el vehículo fue ocupado para levantar huellas de su interior. El auto no figura robado, pero el dueño registral no ha sido localizado. 

Por lo pronto, no se ha podido establecer un vínculo sólido entre el uso del auto con la muerte del agente, asignado al cuartel de Caimito.

Otras piezas de evidencia examinadas en relación al asesinato de Pérez Rios son dos armas de fuego, una Glock calibre 9 milímetros y una Glock, calibre .45, ocupadas el miércoles de la semana en medio del arresto en Caimito de un adolescente de 15 años que, junto a su hermano de 16 años, supuestamente se enfrascaron en un tiroteo con agentes de la División de Arrestos Especiales y Extradiciones. Ese adolescente de 15 años será acusado hoy, miércoles, por faltas en el Tribunal de San Juan y se espera que su hermano, conocido como Satanás, será acusado en ausencia.

A la Policía le ha llegado información de que esas armas, encontradas junto a varios cargadores y máscaras en la guagua en que viajaban los adolescentes, pudieron haber sido utilizadas en el asesinato de Pérez Ríos.

Estos menores, según supo este medio, son vecinos de la urbanización Summit Hills, en San Juan, y son investigados por varios asesinatos recientes que las autoridades vinculan a una guerra entre pandillas de Guaynabo y San Juan.

Los dos sospechosos, quienes viajaban en una guagua reportada como hurtada y con la tablilla también robada, no son identificados por sus nombres por tratarse de menores de edad.

Las armas también serán comparadas con casquillos ocupados en una serie de escenas de asesinatos como un crimen ocurrido detrás del centro comercial Santa María (20 de agosto), otro del 26 de agosto, frente a una funeraria en la urbanización Santiago Iglesias, y por la masacre de La Rosaleda (24 de agosto). Estos tres crímenes son relacionados, según la Policía, y de hecho, los jóvenes frecuentaban La Rosaleda, ya que allí vive un tío.