El día de su muerte Georgina Ortiz Ortiz discutió con la mucama, Aida de los Santos Pineda, por una situación doméstica.

Este viernes, en el quinto día del juicio que se sigue contra De los Santos por supuestamente matar a Ortiz Ortiz en la sala 1105, que preside la jueza Eloína Torres Cancel, del Tribunal de San Juan, el ministerio público sentó como testigo a la nieta de la acusada, Katherine Romero Encarnación.

"Estaba un poco molesta porque llegamos un poco tarde y porque discutió con doña Gina", indicó la joven, de 19 años, sobre el momento en que acudió a recoger a su abuela al condominio Laguna Terrace de Condado aquel 17 de agosto de 2010.

Relacionadas

"Se molestó con ella por cosas de la casa", agregó a preguntas de la fiscal Elba Acevedo Pérez sin precisar la razón de la desavenencia.

Ante un jurado compuesto en su mayoría por mujeres, Romero Encarnación relató que esa tarde pasó a recoger a su abuela en compañía de su excuñada, Marangelí Merced.

Señaló que su abuela se veía "normal" cuando la recogieron en el edificio y que vestía la misma blusa que tenía en la mañana cuando salió a trabajar, pero un pantalón distinto. Según narró, el pantalón que vestía en la tarde estaba "remendado hasta la rodilla" y le quedaba grande.

Del Condado, el trío regresó al apartamento que compartían en la barriada Las Monjas en Hato Rey. Luego Romero Encarnación y Merced salieron a recoger unas pertenencias de Merced, que se encontraban en su antiguo apartamento.

De los Santos, por su parte, permaneció en el apartamento preparando un asopao de pollo. Cuando las muchachas regresaron al hogar, el trío comió y después vio televisión.

La Policía llegó al lugar a hablar con la acusada entre 7:00 a 8:00 p.m. Luego los agentes partieron con la acusada para virar poco después a recoger la ropa que usó durante el día, de acuerdo a la testigo.

Romero Encarnación contó que esa noche De los Santos permaneció en el Cuartel General y que al día siguiente cuando regresaron al lugar la habían traslado a otro sitio. En el otro lugar, la hoy acusada pidió que su nieta le buscara desayuno y sus pastillas para el artritis.

Ese día las autoridades también le informaron que ubicarían a De los Santos en el Albergue para Víctimas y Testigos "porque ella era una testigo y tenían que protegerla". Pero antes de partir para el albergue, la acusada regresó a su hogar.

 Según la testigo, quien lucía incómoda y habló en voz baja, su abuela la llamó en un momento al cuarto para decirle que si le pasaba algo a ella, que se quedara con Merced y que empeñara unas prendas que tenía.

Romero Encarnación, que ese momento tenía 16 años, y Merced también se mudaron al albergue con su abuela. Una semana después las autoridades regresaron a la testigo a Santo Domingo.

En el contrainterrogatorio, el licenciado Jesús Peluyera Santiago realizó preguntas para resaltar que la testigo mencionó, por primera vez, el asunto del cambio del pantalón en la declaración jurada que prestó 13 de enero de 2012 luego de siete horas entrevistas en el Departamento de Justicia.

También preguntó sobre las condiciones médicas de la acusada y su horario de trabajo, que según su nieta, era de 7:30 a.m. a 2:30 p.m.

Regaño a la testigo

 Cabizbaja, De los Santos escuchó el testimonio de la nieta que ayudó a criar y a quien no veía desde hace varios meses.

Luego, cuando la joven iba a abandonar la sala 1105 , la empleada doméstica abrazó a su nieta cuando le pasó por el lado.

Llorosa en su silla de ruedas, gritó "te amo". Entonces ambas mujeres irrumpieron en un sollozo con sentimiento, mientras Romero Encarnación abandonaba el salón de sesiones.

Poco después del incidente, el jurado abandonó la sala para su merienda y la jueza Torres Cancel regañó a De los Santos.

Molesta, la magistrada indicó a la acusada que había alterado el orden en sala y que de repetir esta conducta se entendería que renunciaba a su derecho a estar presente en el salón de sesiones durante el juicio en su contra.

También instruyó a los abogados de la defensa a controlar las reacciones de su clienta.

Ahogada en llanto, De los Santos soltó: "Lo siento su señoría. No me pude controlar". Inmediatamente el abogado Juan Nevárez García pidió disculpas a la magistrada.

Esta misma semana se suscitó una situación parecida en sala cuando declaró Lida Isis Egele Irizarry, nieta del exjuez Carlos Irizarry Yunqué, esposo de la víctima. Al concluir su testimonio, la mujer se abrazó a la hermana y sobrina de la víctima frente al jurado y ante la jueza. Contrario a hoy, ese gesto espontáneo no generó controversia, ni un regaño de la jueza.

Ortiz Ortiz iba a reducir horario de la mucama

 El segundo testigo del día, Silvio Hidalgo Jiménez, testificó que ese 17 de agosto recibió tres llamadas de Carmen como conocía a la acusada.

En la primera conversación, la mujer de 58 años le pedía que le cobrara a su jefa unos $5,000 que le debía, una petición de ayuda que el testigo rechazó, según indicó en sala.

"Ella me sigue argumentando que tenía problemas con la señora que le había bajado el tiempo... yo le dije que complementara, que buscara (trabajo) en otro sitio para cuadrar la semana", apuntó Hidalgo Jiménez.

Posterior a las llamadas, el hombre que se encontraba en un negocio, observó en la televisión la noticia de la muerte de Ortiz Ortiz, de 72 años.

Entonces el testigo, según su testimonio, le comentó a otra persona "mira el problema en que me iba a meter si me pongo a cobrar".

En el contrainterrogatorio de la abogada Lucille Borges Capó, quien comparte la defensa junto a Peluyera Santiango, Aarón Fernández Flores y Juan Nevárez García, el testigo indicó que la acusada nunca le había hablado mal de la víctima.

Hidalgo Jiménez también indicó que el dinero que De los Santos Pineda quería recuperar era un dinero que le había prestado a su jefa.

En la tarde también testificaron la agente Lissette Colón de Servicios Técnicos de la Policía y el agente José Rosado, a cargo del cuarto del evidencia del Cuerpo de Investigaciones Criminales de la Policía.

El juicio continúa el próximo lunes.