Es grande, fuerte y escurridizo, pero no está entre los más buscados por la Policía.

De hecho, se ha convertido en casi una celebridad: un caimán de unos siete pies de largo (otros dicen que probablemente sea cocodrilo) nada de lo más tranquilo en la quebrada que discurre tras el Cuartel General de la Policía, en la avenida Roosevelt en Hato Rey, y son muchos quienes lo han visto.

“Yo tenía fotos, pero las borré”, dijo un agente, mientras otro comentaba que “mi nene una vez le tiró una foto, deja ver...”.

El saurio se ha convertido casi en la leyenda del Chupacabras: todos lo ven, pero nadie tiene una imagen que lo corrobore.

Ahora, el coronel José Juan García, jefe de la División de Drogas de la Policía en toda la Isla, no solo lo ha visto, sino que “hasta me ha abierto la boca”.

“Es grande, como de siete pies, y está gordito”, contó García. 

El caimán, hasta donde saben, se alimenta de las garzas que vienen a comer en la quebrada.

Ni las iguanas se salvan: aparentemente se han ido “de un ñaqui”, dijo un agente.

Los caimanes y el bajo mundo

De primera mano, García ha visto al menos 10 saurios entre 2015 y 2016 en diversas redadas alrededor de la Isla.

Solo en una casa habían cinco enrejados en cyclone fence o verja de alambre eslabonado. 

“Entramos a intervenir y esos animales ahí, encerrados... les daban pollo, nos dijeron. También tenían serpientes. Hemos encontrado sapos, monos, tortugas”, enumeró el coronel.

¿Y es verdad lo que dicen,  que se los echan a la gente?

“Lo que nos han dicho los vecinos de este tipo de personas, de dueños de puntos, es que de repente meten a alguien a la casa y se oyen gritos pero que los usan para asustar. No, no hemos tenido reportes de nadie perdiendo una extremidad o que se lo hayan comido”, explicó.

Cuando se encuentran uno de estos animales (que están en los 78 municipios aquí) llaman al personal del DRNA a encargarse de ellos y muchos terminan en la laguna Tortuguero en Vega Baja, según García.

“El del cuartel se les escapa, se pone ahí a coger sol en un tronco y cuando le han puesto trampas se va. Pregúntale a cualquiera, se ve desde el estacionamiento pero nada, no lo han podido ni sedar con dardos. Pues ahí se quedará porque ni que fuéramos a darle un tiro”, dijo García riéndose.