De pie junto a su abogado y con un gesto de resignación, Luis Pagán Rivera, convicto por dispararle a su exesposa Sandra González Aquino, escuchó la sentencia de 92 años de cárcel que le impuso la juez Isabel Llompart Zeno.

La togada, quien preside la sala 1101 del Centro Judicial de San Juan, emitió la sentencia al final de una vista en la que el abogado Eduardo Ayala y la fiscal Gretchen Pérez reiteraron sus argumentos a favor y en contra de los agravantes y atenuantes que incidirían en la sentencia.

En su intento por lograr una sentencia menor, Ayala había llevado como testigo a la exesposa de Pagán Rivera, Grace M. Grana, quien indicó que el hombre, con quien tiene un hijo de 18 años, era “pacífico” y “tranquilo”.

Pagán Rivera, de 47 años, había sido hallado culpable por un jurado de violaciones al artículo 3.1 de la Ley 54 de Violencia Doméstica, al Artículo 207 del Código Penal (tentativa de asesinato) y a tres artículos de la Ley de Armas.

En sala, la juez informó que entendió que se probaron dos atenuantes por Pagán Rivera no tener un récord criminal previo y por buena reputación en la comunidad, así como dos agravantes por grave daño corporal en el cargo de tentativa de asesinato y el delito de violencia en los tres artículos relacionados a la Ley de Armas.

El ataque a González Aquino, artista gráfico y directora de Asuntos Creativos de La Fortaleza, ocurrió el 28 de septiembre de 2010 tras una reunión en la oficina de una abogada. Allí, Pagán Rivera le disparó en el estacionamiento del lugar tras fingir que le quería entregar un ramo de rosas. La mujer sobrevivió al ataque, pero aún sufre las secuelas del balazo, que incluyen convulsiones y algunos problemas motores.

La juez le impuso a Pagán Rivera 10 años por cada una de las dos violaciones al artículo 5.15 de la Ley de Armas, y 20 años por el artículo 5.04 de ese estatuto, que corresponde a la posesión de un arma ilegal.

La fiscal explicó que la ley establece que, por la naturaleza de los cargos, esas penas se duplican, por lo que, de 40 años por estos delitos, la pena aumenta a 80 años de prisión.

A eso, se suman los 10 años de pena por la tentativa de asesinato, la sentencia de un año y nueve meses por la violación a la Ley 54 en su modalidad de maltrato y 90 días adicionales por los daños que causó en la oficina del bufete donde agredió a su exesposa.

“No tiene derecho a probatoria, no tiene derecho a nada, él va a cumplir esto preso”, puntualizó Pérez tras salir de la sala junto a familiares de la víctima.

Con los ojos húmedos y sonriente, Zulma González Aquino, hermana de la víctima, afirmó que finalmente se hizo justicia en este caso.

“Lo importante es que finalmente se hizo justicia. Llegamos al final. Va a cumplir. Nadie está por encima de la ley. Se le está haciendo justicia a las víctimas que es lo más importante”, expresó la mujer, que presenció el proceso junto a su esposo, José Borges.

“Hemos estado en todo el proceso por ella, por Sandy, y sus hijos”, agregó.

Por su parte, el abogado de Pagán Rivera adelantó que la familia del convicto ya tiene contratada una abogada para llevar el caso ante el Tribunal Apelativo, y criticó la sentencia.

“La sentencia es una excesiva. Pueden medir las sentencias que se han dado en otros casos relacionados a este tipo de delitos, han sido mucho menos. Entendemos que los agravantes este caso no fueron debidamente probados”, puntualizó el licenciado.

“Pudieron escuchar que ella sí daba por cierto los atenuantes en este caso, que no sabemos cómo compara con la sentencia y habrá que hacer un análisis. No obstante, entendemos que este caso posiblemente vaya a un periodo apelativo donde hay ya una abogada previamente contratada por la familia para entrar en el procedimiento”, añadió.

No fue posible conversar con las hermanas de Pagán Rivera, quienes acompañaron al convicto durante el proceso e incluso conversaron con él durante los recesos del tribunal, ya que él fue ubicado junto a su abogado en el escritorio correspondiente a la defensa.

Esa zona queda frente a los bancos que utiliza el público y está separada solo por una valla de madera.